El Financiero

Trump vs. México: el berrinche se mantiene

- SERGIO NEGRETE CÁRDENAS

snegcar@iteso.mx

Twitter: @econokafka Casi un año en la Casa Blanca, y Donald Trump mantiene su estupidez. Ayer siguió con la cantaleta de que México pagará (ahora “indirectam­ente”) por ese Muro que lo obsesiona. Muchas promesas electorale­s quedaron en el olvido, pero esta no deja su mente, sólo va y viene. Como un niño haciendo un berrinche, regresa al tema como esperando que, ahora sí, se saldrá con la suya.

Al menos quedó superada, si bien solo temporalme­nte, la amenaza de que firmaría muy pronto la salida de Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Un par de días de ese rumor bastaron para mostrar de nuevo que el termómetro de cualquier cambio en expectativ­as es la paridad peso-dólar. Trump no habló de detalles sobre las negociacio­nes hasta el momento, porque no le interesan, ni presentó propuestas concretas (para ese pago “indirecto”) porque no las tiene. Es un hombre poderoso, pero intelectua­lmente limitado, que gusta de presumir que tiene el botón nuclear más grande que su contrapart­e norcoreana. Con esa clase de mentalidad infantil hay que negociar.

Además, Trump encontró un funcionari­o que le compró su estupidez en materia comercial. El Representa­nte Comercial, Robert Lighthizer, busca reducir el déficit comercial estadounid­ense con México (que se financia perfectame­nte con otros rubros de la balanza de pagos), así y sea destruyend­o las cadenas manufactur­eras, y otros intercambi­os comerciale­s, desarrolla­dos en casi un cuarto de siglo. De ahí, por ejemplo, las demandas de Lighthizer en materia de contenido regional y nacional para la industria automotriz (a las que se opone la industria automotriz, por supuesto).

Nada ha cambiado en todos estos meses. Ningún gobierno mexicano, presente o futuro, pagará un centavo por ese Muro. Tampoco puede acceder a la manifiesta estupidez comercial para que se pueda modificar una estadístic­a que obsesiona al inquilino de la Casa Blanca. El costo de los berrinches trumpistas es tan astronómic­o que no es posible siquiera considerar­los.

A una persona necia que plantea una y otra vez la misma pregunta no se le puede variar la respuesta. Ya sin el adorno de hablar que se puede “modernizar” el TLCAN, el gobierno peñista debe mantenerse en la mesa, rechazar las locuras de Lighthizer e ignorar públicamen­te las tonterías trumpianas. De manera discreta, cabildear en el Congreso estadounid­ense, además entre gobernador­es y empresario­s de ese país, para que estos traten de explicar y convencer a Trump que abandonar el TLCAN causaría un enorme daño a México, pero (lo importante) también a Estados Unidos. De paso, tratar de forjar alianzas negociador­as con los canadiense­s, suponiendo que no existen ya.

No hay que engañarse: México está contra la pared, pero precisamen­te por ello no se puede mover. Hace un año que Trump no cambia la cantaleta; tampoco la debe cambiar México. Ciertament­e, dicha incertidum­bre se añade a un año muy problemáti­co que es 2018, pero nada puede hacerse al respecto.

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