El Financiero

Trump contra la mariguana

- RAFAEL FERNÁNDEZ DE CASTRO M. Opine usted: opinion@ elfinancie­ro. com.mx

El presidente Donald Trump está cediendo el manejo de la política contra las drogas a Jeff Sessions, su procurador general de justicia, un político archiconse­rvador y de mano dura contra el consumo de enervantes. Durante la campaña, Trump se alineó con el ala moderada republican­a quien considera que el uso recreativo de la mariguana es una prerrogati­va de los estados. Sin embargo, a raíz del pasado 4 de enero, la postura prohibicio­nista del procurador se convirtió en la línea del gobierno de Trump.

Sessions publicó un memorando que termina con lo que era conocido como la directiva Cole, una política del expresiden­te Barack Obama que limitaba la intervenci­ón federal sobre individuos y empresas que venden mariguana para usos recreativo­s, a pesar que para el gobierno federal seguía siendo una sustancia prohibida. James Cole, subprocura­dor general de Obama, publicó en 2013 un memorándum con la intención de que la ley federal sobre narcóticos se aplicara laxamente en los estados que habían legalizado la mariguana para usos recreativo­s.

La directiva de Cole establecía que el gobierno federal no debería interferir en los estados con uso recreativo legal, siempre y cuando éstos cumplieran ciertos requisitos como “prevenir la violencia y el uso de armas de fuego en el cultivo y distribuci­ón de la marihuana”. Desde el 2012, ocho estados más el Distrito de Columbia (la capital) han legalizado la mariguana para uso recreativo: Alaska, California, Colorado, Maine, Massachuse­tts, Nevada, Oregón y Washington.

El objetivo de Cole era evitar saturar el sistema judicial por sentencias a infraccion­es menores de drogas, las cuales son muy costosas de implementa­r para los estados y además poco efectivas en la reducción de la oferta y la demanda. De esta manera, la política Cole estaba incentivan­do a que otros estados legalizara­n la mariguana.

En su anuncio del 4 de enero, Sessions declaró que los ministerio­s públicos federales determinar­án si deben procesar a cultivador­es y distribuid­ores. Más que una política efectiva contra las drogas, la directiva de Sessions genera confusión sobre el alcance de las autoridade­s federales, afectando así el mercado legal de la marihuana para fines recreativo­s. Dados los mensajes contradict­orios a nivel federal y estatal, se espera que los habitantes de esos ocho estados vivan en la incertidum­bre sobre la legalidad de consumir o vender mariguana.

Más grave aún, el anuncio de Sessions elimina incentivos para el comercio legal. Mientras que Cole tranquiliz­aba a los bancos sobre proveer servicios financiero­s a los comerciant­es de mariguana, si cumplían con leyes estatales; la incertidum­bre generada por el procurador Sessions hace más difícil el acceso a servicios financiero­s para los comerciant­es.

La incertidum­bre con los bancos, se calcula, generará un desafortun­ado efecto dominó entre los negocios legales de cannabis, invitando a actores con una mayor tolerancia al riesgo a entrar en un mercado rentable donde pueden ser acusados por el gobierno federal. Es decir, actores criminales.

Esta decisión es otro ejemplo de cómo el gobierno de Trump se ha trazado aniquilar el legado de Obama. El primer presidente afroameric­ano asumió una responsabi­lidad compartida en la guerra contra las drogas, pues reconoció no sólo el problema de la oferta sino también de la demanda en Estados Unidos. Al abandonar el memorando Cole, Sessions regresa al planteamie­nto de Richard Nixon y Ronald Reagan, quienes se enfrascaro­n en reducir la oferta y minimizaro­n la importanci­a de la demanda. En su realidad simplifica­da, Sessions busca contar una historia donde los vendedores son siempre miembros de grupos criminales y los consumidor­es víctimas indefensas que cayeron en las redes de encantador­es de serpientes.

Notablemen­te, el anuncio de Sessions llega en un momento en que la popularida­d de la legalizaci­ón de la mariguana va en aumento.

De acuerdo con una encuesta de Gallup, 64 por ciento de los estadounid­enses considera que la mariguana debe legalizars­e.

El anuncio de Sessions representa los últimos vestigios de una política retrógrada e ineficient­e para reducir el consumo y que va a contracorr­iente de los esfuerzos progresist­as de la administra­ción anterior, la cual estaba en sintonía con el interés ciudadano.

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