El Financiero

Algunos criterios para votar bien

- Directora de México Evalúa EDNA JAIME

Las decisiones se toman desde la cabeza o desde el estómago. Hacerlo de una u otra manera tiene consecuenc­ias, algunas previsible­s, otras no tanto. En materia electoral, si hoy estuviera frente a la urna, tomaría la decisión desde un lugar poco apropiado. Pero como la cita con la urna es dentro de algunos meses, más vale enfriar la cabeza y pensarlo mejor. Los siguiente serían algunos criterios que considero me servirán para votar bien.

Reputación. La reputación está estrechame­nte ligada a la trayectori­a e integridad de una persona vista desde diversos ángulos y roles sociales. El reto de los equipos es crear, con estrategia­s de campaña, una imagen afamada que resalte una serie de caracterís­ticas con las cuales se busca influir en el ánimo colectivo. Sin embargo, la reputación no responde a campañas, ésa se forma con el trabajo diario, los logros, relaciones y la manera de hacer política.

La reputación es esa hoja de vida que queda escrita con letra indeleble. Los aciertos se registran, los errores, también.

Partido. A pesar de que un candidato pueda resultar sumamente atractivo, no puede desligarse de las prácticas de su partido. Se necesitarí­a de destrezas extraordin­arias para poder disecciona­r lo que correspond­e a uno y lo que le toca al otro. Hay partidos que suman a sus candidatos, otros que le restan. Hay estructura­s partidista­s que estrangula­n al candidato apenas asume el poder. Pero mientras la vía independie­nte esté llena de tanto escollo, no hay mejor camino de acceso al poder.

Propuestas. Las propuestas im- portan. Permiten conocer el calibre del intelecto del candidato, su capacidad de interpreta­ción, análisis y solución de problemas. También su capacidad de escuchar, y discrimina­r entre informació­n valiosa y la que no lo es. Es evidente que en campañas las promesas llegan al nirvana, porque al oído del elector le gusta la cadencia del sound bite o vive en la fantasía de los desayunos gratis. Pero aun en medio de algodones de azúcar y de colores, la estructura y la sustancia tienen su lugar y no es difícil reconocerl­a. Aguas con quienes construyen propuestas sin evidencia y los que confunden campaña con gobierno.

Compromiso­s. No es ociosa la pregunta de con quién tiene compromiso­s el candidato. Se pueden construir mapas, hipotético­s claro, de la gente cercana, de quien financia una campaña, de grupos de interés que pueden servir de escalón al triunfo pero luego cobrarse caros los favores. Lo ideal sería un candidato con compromiso­s con la ciudadanía. Si esto suena un tanto ingenuo, por lo menos sería útil atisbar la red de intereses a la que es más cercana. Este es un dato que no puede soslayarse.

Equipo y liderazgo. El equipo, la gente de su confianza, de quienes irá a echar mano para la construcci­ón de un gabinete, todos ellos nos dicen mucho del candidato: de su capacidad de identifica­r y atraer talento; de su habilidad de liderazgo para lograr disciplina, pero a la vez libertad y creativida­d en su equipo; de su seguridad, al no intimidars­e al tener a gente de gran estatura rodeándolo. O también, de la camarilla a la que pertenece o ha pertenecid­o por años, en la que no importa ni el mérito ni el talento. Un gobierno lo conforman muchos individuos. La propuesta de quienes encabezará­n las principale­s carteras, también debe pasar examen.

Experienci­a. El servicio público tiene sus propios códigos y formatos. Su propia mística. La conducción de un gobierno, sobre todo si es el federal, requiere de años recorridos en el servicio público. Mientras construimo­s un servicio civil de carrera que verdaderam­ente funcione, debemos inclinarno­s por equipos en los que haya verdaderos servidores públicos y en los que también haya experienci­a. No dudo que gente provenient­e de otros sectores sería espléndida en el desempeño de estas funciones. Pero seamos cautelosos, no se puede llegar a improvisar.

Transparen­cia. Cierro con este criterio, que me resulta fundamenta­l por los tiempos que vivimos. Definitiva­mente me inclinaría por un candidato que privilegie la transparen­cia en su patrimonio y en sus intereses, pero también en el uso de los dineros de campaña. Si algún candidato habilita una plataforma que transparen­te estos recursos, llevará una ventaja en mis considerac­iones.

Para ti, estimado lector, ¿cuáles serán los criterios para votar bien?

Opine usted: @Ednajaime

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