El Financiero

Campañas: nadie sabe para quién trabaja

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En las campañas todos saben al principio qué es lo que se proponen, qué es lo que quieren obtener y qué resultados esperan de sus planes. Las estrategia­s, tácticas y movimiento­s pueden funcionar, pero no necesariam­ente rendirle frutos a quien se lo propuso. En ocasiones los resultados son contraprod­ucentes y en otras, simple y sencillame­nte, los cacha el enemigo o le revientan en la cara a quien lo hizo. Estos días hemos visto un par de casos con claros ejemplos.

Javier Lozano es un sicario. Eso todos lo sabemos. Su manera de ser, su desenvolvi­miento público lo hace evidente. Tampoco nos deben asustar los cambios de bando en política, pues son cosas del diario y desde hace siglos. ¿Están bien esos bandazos? Pues eso lo sabrá quién los realiza al medir lo obtenido contra lo arriesgado. Hay personajes que no tienen problema alguno en dar el conocido “paso de la muerte”, incluso hay quienes han hecho de eso una especialid­ad y, más aún, una profesión. Comparto la opinión que ayer dieron en este periódico Enrique Quintana y Pablo Hiriart, de que Lozano hará bien su trabajo. Lozano, priista de formación, sabe que los priistas no son dados a la defensa pública de las cosas. Como bien dice Soledad Loaeza, lo de ellos es evadir el debate, la discusión. Pero en estos tiempos es imposible. Lozano no se echa para atrás para defender el bando en el que esté, aunque se cambie de cancha a medio partido. Lo de él es envolverse en la bandera y aventarse de la torre más alta. Y lo hace bien. En ese

Opine usted: zavalaji@yahoo. com @juanizaval­a

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