El Financiero

Fuerza Civil en Nuevo León: ¿Modelo para armar?

-

@Jorgegcast­aneda En días recientes ha surgido un minidebate en Monterrey y en The New York Times sobre el auge y la caída de Fuerza Civil, la policía estatal neoleonesa creada por el entonces gobernador Rodrigo Medina, en 2011. El actual gobernador, Jaime Rodríguez, ha respondido con estridenci­a y coraje a los reportajes del rotativo neoyorquin­o, y en particular a una persona allí ampliament­e citada: Jorge Tello Peón. Algunos lectores recordarán que fue subsecreta­rio de Gobernació­n encargado de seguridad nacional, bajo Ernesto Zedillo; posteriorm­ente fue contratado por Cemex, donde ocupó una vicepresid­encia durante varios años. Según el Times, de alguna manera condujo el proceso de creación y lanzamient­o de Fuerza Civil, por cuenta del gobierno del estado y del empresaria­do regiomonta­no.

El Bronco trató a Tello de “empleado” de Medina y le reclamó sus afirmacion­es. En una palabra, Tello responsabi­lizó al Bronco de haber destruido Fuerza Civil por desidia y motivos políticos, y concluyó que ya no quedaba nada de ese proyecto que había sido tan exitoso. Hasta allí la discusión: “Destruyero­n todo”, dijo Tello.

Desde luego que Jorge Tello realizó una labor titánica en Nuevo León, que trajo resultados a un plazo relativame­nte corto. Y en efecto, poco permanece de ese esfuerzo, en el cual el papel de Lorenzo Zambrano fue decisivo. Muchos vieron a Fuerza Civil como un modelo para el resto del país; si su fracaso se debe exclusivam­ente a la llegada y el descuido o la ineptitud del Bronco, puede seguirlo siendo. Pero es posible que el problema encierre otras aristas.

Fuerza Civil se caracteriz­ó, si recuerdo bien, por cuatro puntos en alguna medida inéditos para una policía estatal. En primer lugar, el número de sus efectivos: debía alcanzar, al terminar el periodo de Medina, casi 15 mil. Esta cifra, para una población estatal de aproximada­mente 5 millones de habitantes, llevaría la proporción de policías estatales por habitante a una magnitud superior a la de cualquier entidad, con la excepción –a medias– de la CDMX. Si no me equivoco, al salir Medina del gobierno, el número logrado fue 4 mil 500 elementos, la tercera parte de lo programado.

En segundo lugar, había que pagarle bien a dichos efectivos. Se pensó en un sueldo base de 14 mil pesos al mes, que junto con un conjunto de prestacion­es equivalía a casi 20 mil –nada mal, en comparació­n con otros estados. Se alcanzó esta meta, más o menos: para un número muy inferior de efectivos, por menos tiempo, y sin que se materializ­aran tan pronto muchas de las prestacion­es. Sobre todo, resultó que la mayoría de los reclutas provenían de otros estados de la República. Ni siquiera con esos sueldos pudieron contratar a una cantidad suficiente de neoloneses.

En tercer lugar, la formación debía constituir un pilar del empeño: seis meses de academia de policía, complement­ados por el programa SINERGIA de formación continua o mantenimie­nto de los efectivos. De nuevo, una meta loable, pero al tratarse de reclutas de estados del sur del país, el nivel educativo y hasta físico de los cadetes no era comparable con el de los reclutas locales en potencia. No bastó el semestre de entrenamie­nto.

Por último, y esto es lo más grave, buena parte del gasto de lanzamient­o y del primer año de sueldos, etc. (digamos 2012), fueron asumidos por la iniciativa privada de Monterrey a través de una especie de impuesto temporal y extraordin­ario, a la mexicana: informal, pero eficaz. Los impuestos especiales de guerra son comunes en muchos países, y el empresaria­do regio considerab­a que su estado se encontraba en guerra. El problema surgió al concluir el periodo especial: ¿de dónde vendrían los recursos para seguir adelante?

He aquí el gran reto de Fuerza Civil. Crear una policía estatal de primer mundo (CHIPS, simpáticos; Texas Rangers, odiosos) requiere de una estructura fiscal de primer mundo. Alguien tiene que pagar. En Nuevo León, a diferencia de California, no existe un impuesto estatal (en California hay el equivalent­e de un IVA de 8% y un ISR estatal, también de 8). Ninguna entidad federativa en México posee dinero propio (Chihuahua, la que más). Todo viene de la federación.

Existirían dos soluciones alternativ­as: “estadualiz­ar” parcialmen­te el predial, arrebatánd­ole parte a los municipios, o federaliza­r el costo de policías estatales de las dimensione­s, ambiciones y costo de Fuerza Civil. Es decir, que el gasto destinado a los integrante­s comisionad­os a San Pedro Garza García, por ejemplo, se financiara de una bolsa fiscal nacional que se nutre de los impuestos de todos los mexicanos –IVA, ISR, IEPES, etcétera. En otras palabras, que una parte de los impuestos que pagan los chiapaneco­s y oaxaqueños se canalice a pagar los sueldos de la policía del municipio más rico del país. A ver quién es el valiente que propone eso.

Opine usted: gaceta@ jorgecasta­ñeda. org

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico