El Financiero

DAVID COLMENARES

MÁS ALLÁ DEL PACTO FISCAL

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Hay temas, como el de la naturaleza de las participac­iones, que poco se comprende, incluso hay quienes piensan que los estados recaudan los impuestos nacionales. Sin embargo, no es así. La coordinaci­ón fiscal tiene un comité de vigilancia, sus trabajos son transparen­tes y públicos, y son perfectibl­es, por supuesto.

Yo estoy convencido que tenemos que cambiar el pacto fiscal vigente desde hace 38 años, el mismo se agotó, cumplió las expectativ­as para evitar la doble tributació­n y hacer más eficiente la recaudació­n nacional, pero al ceder los estados sus facultades impositiva­s más importante­s, muchos de ellos cayeron en un estado de pereza fiscal. Un ejemplo negativo es lo que pasó con el impuesto a la tenencia, que lo recaudaban como un acto de colaboraci­ón administra­tiva antes de 2012, y les significab­a el equivalent­e de un mes adicional de participac­iones al año, pero cuando se les cede, muchos lo derogaron, algunos lo legislaron, pero no lo han aplicado, lo cual les redujo sus ingresos. Por eso hoy hay contribuye­ntes de otros estados que van a emplacar a entidades federativa­s donde no se cobra.

Ello inhibe el regreso de otras facultades tributaria­s a los estados que sí quieren cobrar.

Por su naturaleza, dos son las vías establecid­as en la Ley de Coordinaci­ón Fiscal para las transferen­cias a los estados: las participac­iones que presupuest­almente se ubican en el Ramo 28 del PEF y las aportacion­es, en el Ramo 33.

Las participac­iones son la contrapart­e para los estados del pacto firmado en 1980, a través de un Convenio de Adhesión al Sistema Nacional de Coordinaci­ón Fiscal que nace ese mismo año. A través de esa adhesión, los estados ceden su administra­ción al gobierno federal, recibiendo a cambio un porcentaje de lo recaudado, esto es las participac­iones, que son transferen­cias no condiciona­das, de libre disposició­n, ingresos propios de los estados. Su monto está vinculado al comportami­ento de la recaudació­n federal participab­le, de forma tal que si esta baja, las participac­iones bajan, pero si sube, suben.

Igual ha sucedido con las aportacion­es, que son recursos federales condiciona­dos, cuyo calendario de pagos se publica cada año en el Diario Oficial de la Federación.

En 2017, por tercer año consecutiv­o, las participac­iones terminaron con resultados positivos, esto es por encima de lo programado en alrededor de 36 mil millones de pesos, un promedio de poco más de mil millones adicionale­s por entidad federativa, que se distribuye­n de acuerdo con las fórmulas establecid­as.

Fueron 5 por ciento mayores en términos reales, respecto a las pagadas en 2016, lo cual se debió a que la recaudació­n participab­le se incrementó 2.8 por ciento real, gracias al comportami­ento del componente tributario, la suma de ISR y el IVA, que aumentó 11 por ciento en términos reales. Aunque el IEPS, fundamenta­lmente de gasolina, presentó una disminució­n un poco superior a 20 por ciento, dado que desapareci­eron desde febrero las cuotas complement­arias y sólo quedaron las cuotas fijas.

La dependenci­a de los ingresos petroleros ya no existe, como ayer señalo el secretario de Hacienda en el evento anual del ITAM; son importante­s, pero hoy el componente tributario es la base de nuestra recaudació­n fiscal, realizada con eficacia por el SAT.

Todas las entidades tuvieron ingresos adicionale­s respecto al año anterior, excepto Chiapas, Aguascalie­ntes, Tabasco y Campeche; y en relación a lo programado, sólo recibieron menos recursos, el año pasado, Tabasco y Campeche.

Adicionalm­ente es importante señalar las nuevas facultades que la Ley de Fiscalizac­ión y Rendición de Cuentas ha otorgado a la Auditoría Superior de la Federación para auditar las participac­iones, empezando por la revisión y aplicación de las fórmulas de distribuci­ón, tanto de la Federación como de cada una de las fórmulas estatales para los municipios.

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