Quincena violenta
Si como el de muchos mexicanos uno de sus deseos de Año Nuevo fue vivir en un país menos violento, lamento decirle que hasta ahora no será algo que el gobierno piense conceder.
En las dos primeras semanas del último año de Enrique Peña Nieto, han sido ejecutadas al menos 372 personas en todo el país, sólo este fin de semana más de 30. Esta cifra, obtenida del ejecutómetro que desde hace varios años documenta el diario Reforma, significa un aumento del 65 por ciento con respeto al mismo periodo del año pasado.
2017, ya lo hemos dicho, fue uno de los años más violentos del sexenio priista. Un año que rompió récords en homicidios dolosos, y, sin embargo, nuestra nueva vuelta al sol ha dejado una mancha de sangre que no vaticina que en 2018 las cosas mejoren. Durante la primera quincena del año pasado hubo 226 personas ejecutadas en actos presuntamente relacionados con el crimen organizado.
En 2016, en ese mismo periodo, el número fue aún menor: 217 y en 2015 se contabilizaron a 208 personas ejecutadas. Es decir, las últimas 4 primeras quincenas de año la cifra de muertos subió casi un 80 por ciento.
Hace unos días Miguel Ángel Osorio Chong, quien durante 61 meses fungió como secretario de Gobernación, dejó su cargo, pues pretende ocupar un escaño en el Senado.
Uno de los hombres más cercanos al Presidente, uno de los secretarios de Estado que más tiempo permaneció en su puesto, el hidalguense que acaparó no sólo el control de la política interior de México, sino también todos los asuntos de seguridad pública, ese priista al que El
Chapo Guzmán se le escapó por un túnel en el Altiplano, ocupará vía plurinominal un puesto que le garantizará fuero y trabajo el siguiente sexenio, prácticamente sin importar qué partido llegue al poder.
Al inicio de la administración a este hombre se le encargó la seguridad del país, con el antecedente de un sexenio panista que se aferró a una absurda y mal planeada guerra contra el narcotráfico, que había heredado cientos de miles de muertos y desaparecidos. La seguridad fue siempre una prioridad a atender y Chong no sólo la dejó como un pendiente doloroso, sino como la marca de una administración que ya acumuló casi a 40 mil ejecutados.
¿Y así se atreven a autopromoverse para un nuevo puesto que debería ser sólo un reconocimiento al buen desempeño y no el refugio ante el temor de una alternancia que podría perseguirlos jurídicamente o la forma de mantenerse en el poder? La cínica respuesta la tendremos en la conformación del siguiente Congreso.
Vivimos en un país donde la violencia y la corrupción se han instalado y a los responsables de hacer algo hace meses que sólo les preocupa el próximo puesto en el que se van a acomodar, con cargo al erario, claro.
En plena precampaña a los candidatos poco les interesan los cientos de personas que murieron sólo en 15 días. Empezamos el 2018 sabiendo que cada hora al menos un ciudadano se convierte en víctima y una familia queda tatuada con la huella imborrable de la violencia.
Sólo el fin de semana, las declaraciones de los precandidatos a la Presidencia se enfocaron en dimes y diretes de señalamientos de unos contra otros, ni una sola mención a la ola de crímenes que ya se acumula en 2018.
Una de esas muertes es del primer periodista asesinado este año: Carlos Domínguez, un colega tamaulipeco que conducía por las calles de Nuevo Laredo en compañía de su hija cuando fue acribillado. También era profesor y desde hace un año trabajaba de manera independiente, era columnista y en uno de sus últimos textos señaló a la alcaldesa priista de San Nicolás la situación precaria de la región.
Carlos es el periodista número 131 en ser asesinado desde el año 2000 y convirtió a Tamaulipas en el segundo estado con más casos de homicidios de periodistas, junto con Oaxaca, de acuerdo con la organización Artículo 19. De ellos 40 han muerto en el actual sexenio.
A la lista también se unió el fin de semana el hijo de un exedil de Baja California, asesinado en Guadalajara… ¿cuánto más va a crecer esta lista antes de que el gobierno haga su trabajo y garantice la vida de los mexicanos, de los que viven y a los que ya están pidiendo la confianza para quedarse seis años más?