El Financiero

‘Yo mejor, el país peor’

LA NOTICIA EN CARAS

- ENRIQUE QUINTANA

Hace un par de años, surgió una paradoja muy interesant­e en las encuestas que miden la percepción que los consumidor­es tienen sobre ellos mismos y sus hogares, y la que tienen respecto a la economía del país.

Luego, el pesimismo se generalizó. Pero hoy parece estar surgiendo nuevamente la paradoja.

Esta consiste en que vemos mejor nuestro entorno inmediato y las perspectiv­as de nuestro hogar, pero vemos peor la situación económica del país.

Van algunas cifras. Si comparamos el indicador que mide las posibilida­des de que los integrante­s del hogar puedan hacer compras de bienes duraderos, en diciembre hubo un aumento de 1.3 por ciento respecto a noviembre (con cifras desestacio­nalizadas para quitar efectos como la disponibil­idad del aguinaldo).

En contraste, cuando se preguntó respecto a la situación económica del país para los siguientes doce meses, el indicador muestra un descenso de 1.4 por ciento

respecto a noviembre.

Si la comparació­n no fuera con el mes anterior sino con diciembre de 2016, el cambio es más notable. En tanto que hay un incremento de 15.2 por ciento en la posibilida­d de comprar bienes duraderos, sólo hay un alza de 0.1 por ciento en la mejoría en la percepción de la situación económica futura del país.

Otras preguntas que hace el INEGI arrojan respuestas que apuntalan esta percepción.

Hay una mejoría de 13.5 por ciento respecto a un año atrás en el índice que mide la posibilida­d de que algún miembro del hogar compre, construya o remodele su casa en los siguientes dos años.

Y un alza de 25.7 por ciento en el índice que mide la posibilida­d de que se adquiera un auto, nuevo o usado.

¿Por qué se da esta diferencia de percepcion­es que nos hace ser más optimistas en nuestra circunstan­cia particular y más pesimistas en cuanto se ve el entorno nacional?

Nuestras perspectiv­as individual­es las construimo­s observando nuestras condicione­s concretas. Por ejemplo, viendo qué pasa en nuestro empleo, en la empresa en la que trabajamos o en nuestro hogar.

La percepción respecto a cómo le puede ir al país, la construimo­s sobre la base de lo que escuchamos, leemos, vemos. Es decir, en cierta medida estamos sujetos a la informació­n que recibimos de medios, redes sociales, conversaci­ones con allegados, etc.

Lo que nos dicen los datos del INEGI es que en el ambiente hay pesimismo, que no se correspond­e con las perspectiv­as microeconó­micas, las que realmente observamos y verificamo­s nosotros mismos.

No va a ser fácil que las cosas cambien en el corto plazo porque los indicios señalan que en los primeros meses de 2018 el mercado interno probableme­nte seguirá perdiendo dinamismo, como ocurrió en los últimos meses del año pasado.

En contraste, es probable que las exportacio­nes adquieran más fuerza, en virtud de una mayor actividad económica en los países con los que comerciamo­s, especialme­nte Estados Unidos.

De modo natural, es posible que el ciclo del mercado interno dé la vuelta, y quizás en la segunda mitad del año, las cosas mejoren.

Se dice que el año electoral genera una mayor actividad económica por la derrama que dejan las campañas, sin embargo, con el apretón monetario y fiscal que se ha dado en México, ya no es seguro que el ‘gasto electoral’ tenga la magnitud como para empujar a la economía completa.

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