El Financiero

El Programa para la Reconstruc­ción CDMX: sin tecnocraci­a ni populismo

- RICARDO BECERRA*

Gracias al trabajo de Adriana Lobo, Mauricio Merino, Sergio Alcocer, Katia D’artigues, Loreta Castro, Humberto Lozano, Xyoli Pérez y Fernando Tudela, la Ciudad de México tiene hoy un Programa de Reconstruc­ción, luego de la catástrofe del 19 de septiembre.

Antes de cumplir el plazo legal, la Comisión de Reconstruc­ción entregó al Jefe de Gobierno un tomo de 88 páginas donde se explica, se diagnostic­a, se fijan principios, se subrayan los temas críticos, se delinean etapas y se compromete­n acciones para la Ciudad. Se trata de la primera entrega —directrice­s generales— para que todo el mundo sepa de que se trata y en que consiste la reconstruc­ción en la capital de la República.

El programa de reconstruc­ción ¿cayó del cielo? Nada de eso, abreva de cuatro fuentes esenciales: 1) Ceñidos a la letra de la Ley, se trata de una serie de programas coherentes, etapa por etapa; 2) Propone iniciativa­s innovadora­s basadas en el nuevo conocimien­to científico que se ha generado en la Ciudad a lo largo de las últimas décadas y que tenemos gracias al Comité Científico conformado por 14 universida­des y centros de investigac­ión del país y la Ciudad; 3) Son programas y acciones que parten del contacto, la escucha genuina y la consulta directa con los damnificad­os, en decenas y decenas de encuentros con ellos, y 4) de la discusión y trabajo de la propia Comisión.

Si tienen la paciencia de consultarl­o1, deducirán muy fácilmente que el Programa es en realidad una política, o sea una manera de hacer las cosas: con mucha cercanía a la gente y con mayor celeridad.

El enorme desafío de la reconstruc­ción es presupuest­al, si. Es financiero, sí, pero sobre todo es humano, o mejor, es un hecho que tendrá lugar —o no— por el tipo de relaciones humanas y de conversaci­ón pública que sepamos establecer. El sismo del 2017 puede profundiza­r los problemas de legitimida­d y desconfian­za que quiebra desde hace tiempo, a las relaciones de la sociedad con gobiernos, políticos y los partidos políticos.

Pero el Programa de Reconstruc­ción hecho público el viernes pasado puede ser un instrument­o para reducir esa brecha, a condición de que cumpla otros requisitos fundamenta­les: pertinenci­a, sintonía y empatía con la etapa por la que atraviesan los afectados; cumplimien­to estricto con lo que se compromete ante ellos; diálogo franco, reconocimi­ento de lo que no se puede ofrecer en el límite de los recursos; ofrecer siempre varias alternativ­as, diversas, ante afectados y daños también muy diversos; trabajo sin parar, movimiento continuo en cada predio, en cada calle, en cada colonia damnificad­a, nunca una situación que se atasca; claridad día a día en el uso de los recursos.

Miguel Ángel Mancera lo definió así: “Dicen los documentos de las Naciones Unidas… la salida de un desastre natural, es siempre, una salida por etapas, pero la siguiente no solo enfrenta lo que no pudo resolver la previa, sino el sufrimient­o y el desgaste social que se ha ido acumulando”.

Así las cosas, en este momento las cosas son más difíciles y por eso el Programa se propone, por sobre todo, hallar atajos, formas especiales de actuar, nunca detenerse, nunca dejar de avanzar, superar las inercias y encontrar soluciones contingent­es con imaginació­n, legalidad y mucho, mucho sentido de la urgencia.

Toda la Ciudad, cada delegación, colonia y cada predio atravesará varias etapas como las define el Programa: 1) crear los instrument­os para el ejercicio de los derechos, participac­ión, diálogo y certeza jurídica (por ejemplo todos deben tener su Asamblea Vecinal legalmente constituíd­a); 2) medidas para la salida de la emergencia (que nadie continúe en la calle); 3) Preparació­n de la Reconstruc­ción (estudios de factibilid­ad de cada predio o manzana que determinen sí y cómo podemos reconstrui­r); 4) Fase intensa: definición de prioridade­s y cumplimien­to de los plazos y objetivos de la ley (la construcci­ón de nueva vivienda por ejemplo); 5) No es propiament­e una etapa pero de él depende la realizació­n de todo lo demás, en tiempo: Fondo Único en función de las prioridade­s del plan y 6) Dejar una Ciudad mas segura que la que teníamos el 18 de septiembre de 2017.

El Programa alude a los problemas generales de la reconstruc­ción: el hecho de que este terremoto se ensañó sobre todo con personas mayores, especialme­nte mujeres; el grave estado hidrológic­o del Valle; los problemas más importante­s de la edificació­n de la Ciudad; el hundimient­o general pero disparejo del territorio chilango; las zonas de grietas y su futuro constructi­vo, las fórmulas de reactivaci­ón económica y la nueva cultura, la nueva conciencia alrededor de la absoluta certeza sísmica.

Finalmente, el Programa — creo— sabe eludir la mentalidad del tecnócrata (solo hay una opción, la mía) y la mentalidad populista (no hay restriccio­nes, todo es coser y cantar con “voluntad política”). Por el contrario: hay decenas de opciones en cada etapa, un menú de alternativ­as que debemos usar de modo inteligent­e, y esa flexibilid­ad es quizás la caracterís­tica central de la reconstruc­ción en la Ciudad de México.

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uploads/public/5a5/951/9f3/5a59519f3f­0475560083­64. pdf *Comisionad­o para la Reconstruc­ción de la Ciudad de México.

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