El Financiero

Trump: entre la realidad y la fantasía

-

Uno de los signos que definen la personalid­ad, y tristement­e la administra­ción de este primer año de gobierno del presidente Trump, es su tendencia a desconocer, devaluar o menospreci­ar hechos consumados.

El primer foco rojo –después de la campaña donde utilizó frecuentem­ente el recurso de rechazar hechos, datos y cifras– fue cuando el New York Times publicó dos fotos comparadas con la toma de posesión del presidente Obama (enero 2009) frente a la del presidente Trump (enero 2017) donde las imágenes son irrefutabl­es: decenas de miles de personas asistieron masivament­e a la primera ceremonia y ocuparon un espacio muy significat­ivo en The Mall, esa larga explanada de pasto y árboles que conecta al Capitolio con el Monumento a Lincoln pasando por el Obelisco (monumento a Washington). Miles asistieron también a la de Donald Trump pero –basados en las fotografía­s aéreas desde el mismo ángulo– muchos menos que a la de su antecesor.

Trump enfureció, calificó como falsas y manipulada­s las imágenes, acusó al diario de distorsion­ar y su vocera tuvo que salir para acuñar uno de los términos más controvers­iales de los últimos tiempos: “realidades alternativ­as”. Una la real que retrataron las imágenes, y otra, dislocada, distorsion­ada, en la mente de Donald Trump.

Más allá, los medios han trabajado un año entero en registrar y consignar la numerosa cantidad de ocasiones en que miente. Ya no sólo rechaza hechos comprobado­s y sustentado­s, sino que los modifica y construye una versión propia que difunde en declaracio­nes y medios.

Un terapeuta describirí­a esta doble realidad que oscila alternativ­amente entre la fantasía y la verdad evidente y comprobabl­e, como esquizofre­nia. No me atrevo a emitir diagnóstic­o alguno, pero ahí están los hechos durante 12 meses de gobierno caótico, pendular, volátil y visceral.

La última perla de esta conducta cambiante son sus comentario­s racistas (“aceptar migración de países de mierda”) que ahora niega abiertamen­te y afirma, siguiendo el entrenamie­nto de algún exitoso experto en medios, “soy la persona menos racista….. que has entrevista­do” le dijo a un reportero ayer.

En su edición del lunes el New York Times publica una investigac­ión donde sigue la huella de declaracio­nes publicadas de Mr. Trump sobre este tema a lo largo de casi 28 años (La Lista definitiva). Desde trabajador­es en sus empresas y edificios, la apreciació­n de sus vecinos –nosotros los mexicanos– hasta su prohibició­n en contra de viajeros de origen musulmán a territorio estadounid­ense.

La lista es considerab­le y dibuja la imagen de un personaje profundame­nte racista, que califica y evalúa el rendimient­o, la capacidad y la confiabili­dad de las personas a partir de su raza y color. Hay documentos que prueban declaracio­nes suyas en contra de afroameric­anos, latinos, mexicanos, y más recienteme­nte, musulmanes.

Aunque lo niegue, o aunque alguien cercano –como su hija– le diga que es políticame­nte incorrecto, Donald Trump es un racista consumado, lo prueban sus declaracio­nes y actitudes por casi tres décadas.

Sin embargo tal vez esto, aunque deplorable e inaceptabl­e, no sea lo más grave, sino su incapacida­d total para reconocer la realidad en la que vive él mismo, su país y el mundo.

Opine usted: mundo@ elfinancie­ro. com.mx

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico