El Financiero

Independie­ntes: dos caras de una moneda

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Hace unos días reflexiona­ba con unos amigos sobre las últimas noticias de las candidatur­as independie­ntes. Se trataba de un extenso reportaje publicado por Reforma, en el que se enunciaban prácticas corruptas para conseguir firmas, tranzas dignas de los mapaches más distinguid­os de los partidos. La nota refería que el INE reconoció que existen indicios de compra de voluntades, padrones y datos personales para que ciertas aspiracion­es a candidatur­as independie­ntes logren su registro. Por el momento dicho organismo no ha señalado las aspiracion­es bajo investigac­ión, pero sí una decena de estados en donde se presume que se han detectado dichas prácticas.

La noticia nos movió, indignó y nos hizo darnos cuenta de los enormes abismos que existen entre las candidatur­as independie­ntes y sus motivacion­es. Nos dolió que un mecanismo que hemos utilizado se viera tergiversa­do, usando mañas que disminuyen su credibilid­ad. Sin pensarlo, empezamos a rememorar las andanzas de estos años, lo sinuoso que ha sido este camino y lo que nos impulsó a lanzarnos en este sueño compartido.

Esa noche corrieron los recuerdos, nos escudriñam­os. Con algo de nostalgia y cariño vimos hacia el pasado, cuando yo tenía el cabello largo y una bici destartala­da. Cuando sólo éramos doce personas en Wikipolíti­ca Jalisco. Cuando todo se veía improbable, incierto, pero también sumamente emocionant­e.

Nuestro génesis en lo político fue muy variado. Lo veo como algo sintomátic­o, vivimos en una época convulsa y nuestros referentes no podrían ser distintos. Hay quien se activó a partir del movimiento #Yosoy132, la defensa de Wirikuta o el rechazo a la Ley Televisa, otras personas lo hicimos para exigir justicia frente a los terribles hechos de San Salvador Atenco. Si bien lo que nos movilizó políticame­nte es variado, hay un punto que nos hizo converger: la necesidad de no delegar la toma de decisiones en otras personas. Hacer política, sin miedo y sin tapujos, por quienes amamos y por el país que soñamos.

A partir de ahí nos organizamo­s para buscar la vía para incidir en la política electoral del país. Sabíamos que queríamos ser un movimiento que transforma­ra la concepción de la palabra política, pensarla desde la arena cultural, y que al mismo tiempo se ocupara de la política, de hacerla fuera y dentro de las institucio­nes. Todo parecía un callejón sin salida: o participab­as a través de un partido político o simplement­e no aparecías en la boleta. De ahí la relevancia de la reforma que vendría a finales de 2012.

Creo que pocas personas se pudieron imaginar el efecto que tendría la reforma política que se logró pro- mulgar entre el final del sexenio de Calderón y el arranque del de Peña Nieto. Por años se había considerad­o como una causa poco mediática, contraria a los intereses de los grupos políticos o, en todo caso, como mero activismo de valiosos colectivos como #Reformapol­íticaya o de personajes públicos como Jorge Castañeda o Manuel Clouthier. Por más de un año dilataron su reglamenta­ción, trataron de minimizarl­a, recortarla y en algunos casos insistiero­n en que sería algo simbólico y pequeño. Sin embargo, el amplio respaldo social logró materializ­ar, entre otras figuras, a las candidatur­as independie­ntes.

Como podemos ver, quitar el monopolio de participac­ión electoral no ha sido nada fácil. Ha requerido de luchas desde muchos frentes, desde muchas historias en una gran cantidad de contextos. Por todas estas manos, voluntades, recuerdos y trabajo, es urgente que respaldemo­s la investigac­ión que el INE realiza acerca de estas terribles acusacione­s. Espero que se logre dar con los responsabl­es y que dicha investigac­ión nos permita hacer un contraste con la política de siempre. Para dejarlo muy claro: las candidatur­as independie­ntes tenemos la obligación de convertirn­os en una opción ética, transparen­te y siempre vigilante de la legalidad.

Opine usted: @pkumamoto

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