Perspectivas agrícolas: oportunidades para México
En su más reciente publicación sobre las perspectivas agrícolas mundiales (se pueden consultar en http://dx.doi.org/10.1787/ agr_outlook-2017-es), la OCDE y la FAO prevén una desaceleración de la demanda de granos y oleaginosas debido a un debilitamiento del consumo en China, que en el último decenio aumentó 6% anual, y de la demanda por insumos para la producción de biocombustibles (maíz, soya y azúcar, principalmente), que en ese lapso se incrementó 8% al año. Además, en el periodo se llevó a cabo un proceso de reposición de inventarios de cereales, lo que también impulsó la demanda. Para los próximos 10 años, no se anticipa que esos factores incidan de manera significativa en la evolución del consumo mundial; se estima que el aumento se ubicará entre 1% (cereales y cárnicos) y 2% (lácteos, azúcar y aceites vegetales). Se prevé que la demanda mundial de cereales por habitante permanezca constante, pero un ligero incremento en la de carne.
En cuanto a la producción, OCDE-FAO anticipan que el crecimiento se debería básicamente al aumento de los rendimientos agrícolas (toneladas por hectárea), ya que las superficies destinadas a cereales se incrementarían marginalmente, aunque la destinada a oleaginosas podría aumentar. Una situación similar se presentaría en la producción de carne y leche; es decir, una mayor producción por unidad animal, en la que la avicultura volvería a ser el subsector con mayor expansión, que explicaría más de la mitad del incremento total de la producción de carne en el próximo decenio. En el sector pesquero, el crecimiento de la producción se daría en la acuacultura, dadas las restricciones a la sobreexplotación convencional. De acuerdo con esas instituciones, el pescado cultivado es la fuente de proteína que más crece a nivel mundial.
Se prevé que el comercio internacional de productos agropecuarios y pesqueros aumente a una tasa equivalente a la mitad de la de los últimos 10 años y que los precios de la mayoría de los bienes sigan una tendencia a la baja, con lo que se ubicarían en niveles inferiores a los máximos registrados en 2008-2011. En particular, anticipan una estabilidad relativa en los precios de los granos, las oleaginosas y los productos lácteos, pero un descenso pronunciado en los cárnicos, lo que impulsaría la demanda.
En ese contexto, se presentan varias oportunidades para México. En los últimos años el sector ha crecido de manera consistente, a tasas superiores a las de la economía en su conjunto. Según el INEGI, en enero-noviembre de 2017 el sector primario aumentó casi 3% a tasa anual, lo que es un indicador de la expansión de su capacidad productiva, en comparación con 2% de la actividad económica total. En buena medida, esa evolución del sector se debe al comportamiento del subsector pecuario, sobre todo en bovinos, y al procesamiento de cárnicos. El incremento de la demanda mundial abrirá mayores espacios a las exportaciones de carne mexicana. Una situación similar se presentaría en la avicultura, otro de los subsectores ganadores a nivel mundial y en el que México se ha consolidado como un gran productor; falta impulsar la apertura de nuevos mercados para la carne de ave nacional. Ambos subsectores podrían beneficiarse de la disponibilidad y precios estables de los granos y las oleaginosas, que seguiremos importando ante la negativa para aceptar la siembra de nuevas variedades resistentes a enfermedades y a condiciones climatológicas adversas. No obstante, ahí también habría oportunidades para México.
Otro sector con potencial es la acuacultura. Varias entidades del país han demostrado que es factible desarrollar esa actividad de manera rentable; por ejemplo, en 2006-2016 en el Estado de México la producción se incrementó más de 200%. Ese también ha sido del caso de otros estados sin litoral como Puebla y Tlaxcala, sin mencionar a los que sí disponen de acceso al mar.
Las posibilidades sectoriales son amplias.
*Socio Fundador de GEA Grupo de Economistas y Asociados