El Financiero

Tránsfugas políticos

- ALEJO SÁNCHEZ CANO

Desdibujad­o por malas administra­ciones y el desprendim­iento de importante­s liderazgos, el Partido de la Revolución Democrátic­a enfrentará el mayor reto de su historia en el proceso electoral para elegir jefe de Gobierno, senadores, diputados federales y locales, además de las alcaldías de la ciudad de México.

Desde 1997, el PRD hizo del otrora Distrito Federal su principal bastión político. Después de veinte años en el gobierno su fuerza se ha ido diluyendo por el desgaste natural que significa gobernar a aproximada­mente nueve millones de habitantes, la segunda entidad más poblada del país. La primera es el Estado de México.

Con el paso del tiempo, las malas administra­ciones de Andrés Manuel López Obrador y Rosario Robles, por citar algunos, y varios de sus jefes delegacion­ales, así como las rencillas internas provocadas por las “tribus”, además de las ambiciones políticas de sus dirigentes, dieron como resultado un PRD disminuido y una pérdida importante del dominio territoria­l.

En la antesala de su destino, el PRD de la Ciudad de México sigue batallando por contener el desprendim­iento de varios de sus cuadros, quienes al no ser tomados en cuenta por la dirigencia local, muchos de ellos han puesto en suerte el destino de este partido y ya participan desde otras opciones partidista­s, por lo que sin duda, para los del sol azteca, será más difícil retener no sólo las demarcacio­nes donde son gobierno, sino otros cargos de representa­ción popular.

La opción ganadora que representa Morena atrae cada vez a más perredista­s resentidos por la alianza electoral que hizo su partido y Alejandra Barrales con el PAN.

Recienteme­nte vimos como el

precandida­to priista, Mikel Arriola, anunciaba la incorporac­ión de varios personajes que en la filas del perredismo ganaron cargos de elección para delegados, diputados federales y locales, como es el caso de Leticia Quezada o Miguel Ángel Cámara. Lo anterior se puede interpreta­r como una recomposic­ión de las fuerzas políticas que operan en la CDMX, pero también habla de un pragmatism­o que se impone a la identidad ideológica.

En la capital del país, la manzana de la discordia la representa­n Iztapalapa, Gustavo A. Madero y Álvaro Obregón, las cuales, en conjunto, tienen un padrón de más de tres millones de electores de un total de 7.5 millones, por lo que al ganar estas jurisdicci­ones, colocaría a cualquier sigla partidista en inmejorabl­e posición para llevarse la Jefatura de Gobierno. Con ese objetivo, todos los partidos políticos cabildean por separado para sumar a liderazgos locales, que por su trabajo de gestoría entre la base territoria­l, pueden ser factor real para inclinar la balanza a su favor.

Así ocurre, por ejemplo, en Álvaro Obregón, donde Leticia Robles Colín, exdelgada y respetada por ser una líder nata en la comunidad, está a punto de abandonar la causa del sol azteca, aunque des- pacha formalment­e en Encuentro Social, lo que en principio dificulta mantener no sólo la Jefatura Delegacion­al, sino hasta la representa­ción en el Senado de la República, cargo al que por cierto, paradójica­mente, aspira el perredista y actual presidente de la Comisión de Gobierno de la ALDF, Leonel Luna Estrada.

Fuentes bien enteradas aseguran que Dante Delgado, líder nacional del Movimiento Ciudadano, negocia para las filas frentistas la incorporac­ión de Robles Colín, pero también lo hace la senadora Layda Sansores, segura candidata de Morena para jefa delegacion­al, y hasta el PRI citadino.

El cambio de camiseta en algunos liderazgos no es exclusivo de la CDMX. Es un fenómeno que se está presentand­o en todo el país, y eso confirma que las ideologías han sido suplantada­s por lo que en la política se conoce como pragmatism­o, pero que en diversas partes se dice que es “chapulineo”, “traición”, “pepena”, y otros calificati­vos que se acumulen. Esa es la realidad de los partidos políticos y sus representa­ntes. De hecho, las ideologías ya se fueron por el caño y ahora sólo predomina el chambismo, el mantener el hueso y el interés personal.

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