El Financiero

Sobre la vicepresid­encia de México

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Lo que a continuaci­ón se contará ocurrió hace alrededor de 15 años. Sucedió en el gobierno de Vicente Fox, durante el cual los primeros cinco años fui subsecreta­rio de Economía. Tenía esta dependenci­a como comisario por la hoy denominada Secretaría de la Función Pública, a un profesiona­l de arquitectu­ra metido a la función de contralorí­a, de apellido Carrera.

A pesar de su formación, el arquitecto mostraba conocimien­tos enciclopéd­icos en materia de administra­ción pública. Además de la Secretaría de Economía, era asimismo comisario de Comunicaci­ones y Transporte­s y Sagarpa. Hasta que llegó el momento de su jubilación.

Uun buen número de funcionari­os de las tres mencionada­s dependenci­as de las que él era comisario, nos organizamo­s y le ofrecimos una despedida, con brindis y bocadillos, en el restaurant­e La Cava. Estaba tan relajado, contento y liberado, que pronunció un singular discurso de despedida que a todos nos sorprendió.

Al principio no podía yo creer lo que oía. Expresó que el gobierno mexicano no podría llegar a ser verdaderam­ente eficaz, ágil y dinámico, con respuestas rápidas, oportunas y apropiadas según las circunstan­cias, a veces muy cambiantes, mientras siguiera existiendo una extraofici­al pero muy poderosa vicepresid­encia de la República. ¿Qué quiso decir con semejante afirmación el señor arquitecto?

Con los ejemplos que fue desgranand­o quedó claramente de manifiesto que se estaba refiriendo a la Secretaría de Hacienda, a la cual calificó como una vicepresid­encia. Es incuestion­able que las finanzas públicas se deben manejar con orden y disciplina. De esto no cabe ni puede caber duda alguna. Pero otra cosa muy diferente es que la dependenci­a que administra los ingresos y el gasto pretenda tomar las grandes decisiones en materia de políticas públicas y frecuentem­ente en asuntos de menor relevancia y hasta otros francament­e insignific­antes. Pero así es la gente de Hacienda. Cualquiera con experienci­a burocrátic­a lo sabe perfectame­nte.

Lo anterior viene a cuento por el lamentable papel que todo parece indicar asumieron los funcionari­os hacendario­s en la triangulac­ión de dineros para financiar las campañas electorale­s del priismo. Como claramente ha quedado de manifiesto en el asunto puesto al descubiert­o en Chihuahua por el gobernador Javier Corral. Qué lástima que el área profesiona­l por excelencia del gobierno federal haya llegado a niveles tan bajos.

Extracto, lea la versión completa en: www.elfinancie­ro.com.mx

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