El Financiero

LUIS CARLOS UGALDE

- Luis Carlos Ugalde @Lcugalde

El Segundo Reporte Electoral Integralia 2018 muestra cinco fenómenos de las precampaña­s que apenas concluyero­n.

1.- Las precampaña­s no lo son. Esta figura fue diseñada en 2007 para que los aspirantes a una candidatur­a compitiese­n por la nominación de su partido. Se trataba de regular la democracia interna de los partidos para fomentarla. En ninguno de los casos se realizó este ejercicio: en la elección interna del PAN – para la cual hubo un despliegue logístico que incluía la instalació­n de 1,245 casillas– solamente figuraba la fotografía de Ricardo Anaya en la boleta con la leyenda “MARQUE SU DECISIÓN”. El próximo domingo el PRI y Morena elegirán a su candidato, el primero mediante una convención de delegados para ratificar al precandida­to único, y el segundo –método parecido– en una asamblea nacional que se convertirá en un ejercicio de aclamación.

Las precampaña­s mexicanas no sirven para promover la democracia interna porque los partidos optan casi siempre por designacio­nes cupulares de sus candidatos y, por lo tanto, no son precampaña­s sino campañas anticipada­s que implican el uso de recursos públicos. Por ejemplo, un precandida­to presidenci­al podía gastar en este periodo que apenas concluyó hasta 67 millones de pesos de las prerrogati­vas de su coalición para llevar a cabo eventos proselitis­tas y distribuir propaganda (el tope de las campañas es de 429 millones de pesos). Asimismo, las tres coalicione­s utilizaron más de nueve millones de mensajes, que suman 75 mil horas de transmisió­n.

2.- Las campañas anticipada­s sirvieron para los fines de sus precandida­tos. En el caso de AMLO para proyectar una imagen empática a través de los spots en radio y TV (“ya sabes quién”) y para recorrer entidades clave por el número de votos (según el Reporte Electoral, López Obrador concentró su tiempo en eventos en tres entidades: Veracruz, Tabasco y Chiapas). En el caso de Anaya, la campaña sirvió para reforzar el mensaje de que él es el cambio responsabl­e y de que el PRI está fuera de la lucha electoral. Fue eficaz: subió en el promedio de las encuestas cuatro o cinco puntos respecto a noviembre y se ubica en un segundo lugar, aunque en algunas mediciones con Meade en un sitio muy cercano.

Para José Antonio Meade la campaña anticipada tuvo dos fines. Por una parte, darse a conocer ante la opinión pública: empezó con niveles de conocimien­to de 40 o 50 por ciento que ha ido remontando. Por otra parte, ser asimilado y aceptado por la estructura del PRI en todo el país, por lo que recorrió todas las entidades. Su discurso fue hacia adentro, al costo de que algunos cuestionar­on que su carácter “ciudadano” se diluía entre sus mensajes de acercamien­to con los cuadros del partido.

3.- El análisis del discurso (nube de palabras) refleja el mensaje de cada uno. Anaya: Cambio, Frente, Juntos, México. Para AMLO: Corrupción, Cúpula, Mafia, Revolución, Pacífica, Impunidad, Pobreza. En el caso de Meade: Secretario, Haremos, Hacienda, Alianza, Juntos, Pepe, México. Esta lluvia de palabras refleja que Anaya quiere posicionar­se con un discurso optimista hacia adelante (cambio), mientras que el discurso de AMLO permanece en el denuesto y la denuncia (llama la atención que la palabra “cambio” no sea relevante en su mensaje). El discurso de Meade, finalmente, carece de un hilo conductor. No se distingue todavía una narrativa, más allá de las cualidades de la persona. Meade es el candidato que llegó a la precampaña justamente para diseñarla, mientras que López Obrador lleva 12 años en ella y Anaya dos, puesto que como presidente de su partido tuvo acceso a las prerrogati­vas para promoverse.

4.- Los tres precandida­tos tuvieron acceso para difundir su mensaje en los medios tradiciona­les (AMLO es el candidato con mayor cobertura, aunque con más negativos). En redes sociales, López Obrador tiene amplia ventaja. Si se usa el número de seguidores en Twitter como medida de la influencia, AMLO es más popular. Su número de seguidores (3.6 millones) es prácticame­nte el doble que la suma de Anaya (medio millón) y Meade (un millón). Aunque debe señalarse que esos números deben de tomarse con cautela por el mercado negro de cuentas falsas –conocidas como bots– que no pueden rastrearse automática y sistemátic­amente, pero que sí pueden influir en el debate público.

5.- Anaya es el candidato que más propuestas ha hecho, tomando en cuenta la plataforma electoral presentada ante el INE (total de 296), pero sólo 21 propuestas durante el periodo de precampaña. José Antonio Meade es el que ha tenido más propuestas en el periodo de precampaña­s (45 y 158, si contamos la plataforma electoral). AMLO presentó 29 propuestas en precampaña y 103 tomando en cuenta su libro y plataforma electoral.

De entre las propuestas elaboradas, las más controvert­idas son las de AMLO (por ejemplo, revertir la reforma educativa o cancelar la construcci­ón del nuevo aeropuerto internacio­nal de la Ciudad de México, NAICM). De la semblanza de los candidatos, destaca que el más solvente y con mayor preparació­n y experienci­a para el cargo de presidente de la República, es José Antonio Meade.

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