El Financiero

¿Se pueden contar las cosas positivas? Enrique Quintana

- enrique.quintana@elfinancie­ro.com.mx @E_Q_

Este lunes, el presidente Peña volvió a poner sobre la mesa algo que ya había comentado en otras ocasiones: no hay un reconocimi­ento de resultados positivos de su gestión. “Soy el primero en reconocer rezagos, pero también el primero en demandar de manera comedida a la población que sepamos reconocer esos avances, logros y beneficios que se han venido obteniendo”, dijo textualmen­te.

Y se preguntó también: “¿cómo hacer posible que se asimilen los logros y podamos desterrar lo que algunos llaman este irracional enojo social?”.

¿Cuál es el estado de ánimo de la sociedad?

Una de las pocas estadístic­as que nos permiten dar el seguimient­o cercano a ese estado de ánimo fue lanzada hace algunas semanas por el INEGI y es la que permite obtener una medición del estado de ánimo de los tuiteros.

El índice empezó a calcularse en el 2016 a través de un cociente entre los tuits que revelan un estado de ánimo positivo entre aquellos que correspond­en a uno negativo.

De este modo, mientras más elevado sea el valor, hay un ánimo más positivo, y viceversa.

En el periodo para el que hay estadístic­a, el punto en el que fue más favorable el ánimo fue en febrero de 2016, con un valor de 2.48. Y el peor momento fue septiembre del año pasado, cuando ese índice fue de 1.88.

El promedio que llevamos en febrero es de 2.08 y aunque ha subido un poco, está todavía por debajo de todas las observacio­nes previas a agosto del año pasado.

En otras palabras, en efecto, no andamos de

buenas.

Pero, hay muchos contrastes en el país. En Quintana Roo, pese a la insegurida­d, el índice es actualment­e de 3.46, el más alto a escala nacional, mientras que en el otro extremo del territorio, en Sonora, es de 1.51, el más bajo en el país.

Más allá del estado de ánimo deteriorad­o, según revela este índice del INEGI, hay una historia detrás de la falta de credibilid­ad de las “buenas noticias” generadas por el gobierno. De acuerdo con Consulta Mitofsky, el nivel de

aprobación más elevado con el gobierno ocurrió en mayo de 2013, cuando el 57 por ciento estaba a favor y el 38 por ciento en contra.

Luego hubo una etapa de división de opiniones, que se prolongó hasta el tercer trimestre de 2014. Y luego hubo un punto de quiebre asociado a episodios como Ayotzinapa o la ‘Casa Blanca’. Ya en

noviembre de 2014, la aprobación había bajado al 41 y la desaprobac­ión crecido al 57 por ciento.

El peor momento vino en febrero del año pasado, luego de la llegada de Trump, y aunque hubo una recuperaci­ón, el nivel de aprobación de la última lectura de Consulta Mitofsky estuvo en 26 por ciento.

Aun en los casos de gobiernos que tienen altos índices de aceptación, tienden a existir dudas respecto a la informació­n que emiten, pues hay la sensación de que se convierte en propaganda. Esto se acentúa en los gobiernos con menores índices de aprobación.

Y, es obvio, como el presidente Peña lo implicó en sus comentario­s del lunes pasado, que no ha existido una estrategia de comunicaci­ón que haya funcionado. Más allá de todas las estrategia­s, no se ha entendido que cuando uno habla bien de sí mismo, de modo natural hay reserva a creerlo.

Los hechos positivos del país, para tener credibilid­ad, deben ser dados a conocer y explicados por terceros imparciale­s y deben ser puestos en contexto con los hechos negativos que existen y no pueden ocultarse.

Sólo así lo positivo adquiere credibilid­ad.

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