Reciclajes en la política
Generalmente el concepto de reciclaje se asocia a procesos industriales vinculados con el tratamiento de aguas residuales o al manejo y disposición de desechos urbanos (basura), industriales (químicos, metales, etc.) o peligrosos (contaminantes severos). Esos procesos consisten en transformar un insumo deteriorado o degradado en un producto aprovechable o, en la definición de Wikipedia, “convertir desechos en nuevos productos o en materia para su posterior utilización”. No es el caso de las estrategias de reciclaje de nuestra clase política o, más bien, de los reciclajes de políticos que dicen y creen que nos representan. Ello ha quedado de manifiesto en las listas que se han dado a conocer hasta hoy de los candidatos a diputados y senadores federales plurinominales de diversos partidos políticos o coaliciones, que se supone que son sus cartas fuertes con lugares prácticamente seguros para la nueva legislatura.
Un paralelismo entre el reciclaje industrial y el reciclaje de los políticos, en términos de insumos-productos. Hay insumos de dudosa legalidad como los casos de Miguel Angel Mancera (el tribunal electoral definirá si puede brincar de Jefe de Gobierno a Senador) o el de Napoleón Gómez Urrutia (más allá de las demandas en contra que tiene, aparentemente no acredita residencia). Se proponen otros francamente tóxicos (el mismo “Napito”, Nestora Delgado, acusada de secuestro, o Ricardo Monreal de negro pasado en Zacatecas y en la Delegación Cuauhtémoc). También hay “insumos” que cambian de línea de producción (valga el símil, de color o de partido) sin recato alguno y como si pudieran acomodarse en cualquier lado (Gabriela Cuevas, Germán Martínez, Tatiana Clouthier) y aquéllos que, con todo respeto, ya están obsoletos (Ifigenia Martínez o Porfirio Muñoz Ledo), aunque hayan hecho aportaciones en el pasado.
Ahí están los que no sirven para nada, como lo han demostrado en múltiples ocasiones y de los que la lista es larga (Layda Sansores, José Antonio Alvarez Lima, José Reyes Baeza, Damián Zepeda, Marko Cortés, Cecilia Romero, Jesús Zambrano, y sígale sumando), así como los que se autoconsideran imprescindibles para el proceso o que forzaron su entrada (Olga Sánchez Cordero, que busca amarrar por cualquier lado; Rafael Moreno Valle, que cobra su declinación a favor de Anaya; Josefina Vázquez Mota, que aparece, desaparece y reaparece o Luis Felipe Bravo Mena, siempre por ahí). Socio Fundador de GEA Grupo de Economistas y Asociados Los insumos de reciclaje se complementan con los que se autodescartaron pero están presentes (Xóchitl Gálvez, Emilio Alvarez de Icaza) y que, ojalá, algo aporten.
Y eso que sólo se consideran a los de Morena, partido que como se ha comentado cacha todo, cualquier antecedente, cualquier ideología, del PAN y PRD. Faltan los de los partidos chicos y sobre todo los del PRI que, a juzgar por los personajes que han asistido a los mítines durante la precampaña del hoy candidato, no serán mejores que sus opositores, lo que acentuará el reciclaje en pleno. A eso habrá que sumar a los diputados y senadores por mayoría relativa!!
El problema, que no es menor, es que los reciclados volverán a “trabajar” en temas clave para el futuro de México; desde atender los pendientes que dejará la actual legislatura (sistema anticorrupción, mandos policiales en los estados, nombramientos en comisiones autónomas, del fiscal general, del auditor superior de la Federación, etc.) hasta la discusión y aprobación de los presupuestos federales en un contexto de incertidumbre social y política. En ese contexto, es de esperarse que el producto que salga del proceso de recicle sea de dudosa calidad; como dice un dicho característico de la industria del software “si entra porquería sale porquería” (shit in-shit out).
Para los ciudadanos, que pagamos todo el proceso de reciclaje sin tener certeza del producto final, el dilema será por quién votar. Suerte de aquellos electores que tienen opciones frescas y no sólo agua tratada o desechos reciclados.