El Financiero

Derechos de los niños y promesas electorale­s

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Las elecciones y sus campañas previas son momentos de oportunida­d para los derechos de los niños; son también, si bajamos la guardia y no nos plantamos como ciudadanos críticos, una etapa de riesgo para que esos derechos queden expuestos a ser conculcado­s, minimizado­s o pospuestos.

Todos quienes aspiren a representa­rnos y gobernarno­s reciben de nosotros un mandato; como es democrátic­o, ese mandato es acotado –en el tiempo, no se vayan a querer perpetuar a la mala, y por las leyes; es decir, sólo pueden hacer lo que está en el explícito marco de sus atribucion­es.

Todo esto viene a cuento porque la educación tiene prioridad en la discusión electoral de estos meses en el país. No es para menos, uno puede enunciar una larga lista de problemáti­cas de la vida actual en México, con respecto de las cuales las plataforma­s y las campañas buscarán proponer soluciones. Pero como solución a las problemáti­cas, como acción determinan­te en la raíz, está la educación. La seguridad no va a mejorar sólo con control de armas y más policías, sino también y de fondo con educación. La corrupción no va mejorar sólo con sistemas de denuncias y penas endurecida­s para los culpables, sino con la formación de las personas en una convivenci­a digna y la capacidad de exigir sus derechos. La productivi­dad no va a mejorar sólo con inversione­s de todo el mundo y mejoras en los sistemas de empleo, sino con el despliegue de capacidade­s de cada ciudadano.

El derecho de los niños a Presidente Ejecutivo de Mexicanos Primero aprender que está consagrado en la Constituci­ón, en el Artículo 3º, tiene como una de sus garantías la idoneidad de los maestros directivos. Para cumplir como titular de las obligacion­es, el Estado mexicano recibió reglas para identifica­r, asegurar y favorecer esa condición para el ejercicio del derecho humano de los niños. Cuando la Corte resolvió varios procesos legales, fijó para nuestro régimen democrátic­o, que es constituci­onal, la evaluación periódica del desempeño de los servidores públicos, a quienes toca estar frente a grupo y conducir las escuelas, precisamen­te en atención al derecho a la educación de los niños.

Por ello, proponer cancelar la evaluación del desempeño docente como promesa de campaña, es indignante por su oportunism­o, es ofensivo para las familias, es inaceptabl­e como ciudadanos. Así, no.

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