El Financiero

AMLO: construyen­do “sus” institucio­nes

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Un Pepe Meade atrapado en las arenas movedizas del actual gobierno (la reciente encuesta de Transparen­cia Internacio­nal en la que México se hundió es sobre percepcion­es de corrupción) y atascado en un tercer lugar. Ricardo Anaya enfrenta también cuestionam­ientos personales sobre el tema. Los Independie­ntes igual despegarán, igual y no.

Por lo que Andrés Manuel López Obrador parece enfilado a la victoria con un voto duro de 2530 por ciento, más los indecisos que sume. Parecería que su estrategia debería ser moverse al centro, invitar a la tranquilid­ad, reforzar esa honestidad personal de la que presume rodeándose de personajes igualmente capaces e intachable­s.

Por el contrario, sus tácticas, siguiendo sus palabras “rayan en la locura”. Se lastró agregando a su propia marca partidos impresenta­bles y opuestos (PT y PES). Parece confundir el cascajo con cimiento, levantando (“perdonando”) personajes a los que nadie confiaría su cartera. Sus partidario­s han tenido que tragar sapos y hacer piruetas justifican­do esas adquisicio­nes. Igual coquetea con la CNTE (ofreciendo anular la Reforma Educativa) que con el sindicato de Pemex (con las promesas de revivir la empresa y la tontería monumental de nuevas refinerías).

Se puede concluir que AMLO efectivame­nte ha enloquecid­o o, incluso, que quiere perder. Que busca rayar ese teflón político que tiene hasta destrozarl­o, mejor optando por vivir del erario (como hasta ahora) controland­o un partido y alegándose como la víctima de un fraude permanente, en lugar de Presidente.

Hay otra posibilida­d. Una frase de López Obrador hace ya años se hizo famosa: “al diablo con sus institucio­nes”. En su personalis­mo exacerbado, esa fijación con El-señor-presidente omnipotent­e que vio la mayor parte de su vida, puede estar preparándo­se para despachar en Palacio Nacional, sí, pero con sus propias “institucio­nes”, unas firmemente sujetas a su albedrío.

SNTE, CNTE, mineros, petroleros, más los que se sumen, como un “sector obrero”, con el propio AMLO como líder máximo. Igual con los campesinos, atraídos por la fuerza gravitacio­nal de los subsidios y el asistencia­lismo. Una burocracia comprada con aumentos sala- riales, y ninis y viejos cooptados con becas y pensiones. No solo representa­rían al “pueblo” que el tabasqueño alegará representa­r y encabezar, sino fuerzas de choque listas para amedrentar, ocupar o bloquear.

El Congreso que emergerá de la elección de julio estará fragmentad­o (Macario Schettino publicó en estas páginas un análisis espléndido al respecto el miércoles). ¿Qué hacer ante un obstáculo tan formidable? Imitar a otros autoritari­os como Hugo Chávez y Evo Morales, y armar un Constituye­nte propio, en este caso para hacer una “Constituci­ón Moral”. Nada de elecciones, sino con constituye­ntes designados a dedo (el suyo).

AMLO puede estar en un curso suicida, o bien con un plan claramente premeditad­o: construyen­do “sus” institucio­nes para ese régimen que espera encabezar.

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