El Financiero

Tu empresa está en riesgo en el 2018

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En 2006, al conocer los resultados de las elecciones, los simpatizan­tes de López Obrador acusaron a decenas de empresas de ser parte del fraude electoral en su contra. Hacían bloqueos en las oficinas corporativ­as o tomaban tiendas de autoservic­io para boicotear productos de marcas asociadas con esas empresas para presionar a que se realizara un recuento “voto por voto, casilla por casilla”.

El competido escenario del 2018 representa nuevamente un riesgo muy alto para muchas empresas mexicanas y extranjera­s. En los últimos meses de campaña, cuando la contienda se polarice, partidos políticos y candidatos buscarán atacar a sus adversario­s con temas que pueden involucran a compañías de muchos rubros. Los escándalos del pasado serán muy útiles para deslegitim­ar a un candidato que como funcionari­o público haya recibido un donativo, otorgado un permiso de construcci­ón o asignado una licitación. Si una empresa está en un rubro que pueda ligarse a una campaña política, como pueden ser los bancos que emiten tarjetas de regalo, o compañías cuyos productos se ven en mítines políticos (refrescos, golosinas, accesorios promociona­les), habrá quién la señale como simpatizan­te de un candidato y serán juzgadas en el marco de un ambiente político cargado donde el objetivo sea generar escándalo y no la búsqueda de la verdad.

Las compañías pueden tomar las siguientes acciones para reducir el riesgo de ser arrastrada­s al debate político de la contienda electoral:

Hacer un inventario de temas riesgosos que puedan afectar a la empresa para tetos ner la informació­n completa y correcta a la mano y, de ser necesario y convenient­e, reaccionar de manera inmediata ante una acusación. ¿Hay algo –un permiso, una licitación o un pariente cercano a un candidatoq­ue pueda ser usado por un político para asociar a la empresa con un contrincan­te y desprestig­iarlo?

Agudizar la intuición de manera que la empresa piense como un ente político para analizar si la declaració­n, evento o acción corporativ­a que pretende realizar puede ser considerad­a como respaldo a un candidato o gobierno. ¿Es necesario llevarla a cabo? ¿Puede vivir hasta el 1 de julio sin realizarla? ¿Alguien se beneficia políticame­nte de lo que la empresa haga?

Dominar el impulso de sacar ventaja política de un evento, lanzamient­o o inauguraci­ón y preguntars­e si es necesario tener la presencia de un funcionari­o público de alto nivel. Con toda la razón, las empresas desean generar buena voluntad de las autoridade­s cuando revelan una inversión o inauguran una planta. Pero estos evenla son oportunida­des para el posicionam­iento político de las autoridade­s que las pueden usar para demostrar que tienen el respaldo del empresaria­do y atraen inversione­s y/o para atacar a contrincan­tes. Al ofrecer esa plataforma, la empresa ganará un aliado y varios enemigos.

Cuidar al presidente y directivos en sus participac­iones y declaracio­nes sobre los escenarios del resultado final de las elecciones. En la lógica de la campaña de miedo contra López Obrador, que un ejecutivo señale que la presencia o inversión de su empresa está en riesgo será interpreta­da como una declaració­n anti AMLO y si dice que independie­ntemente del resultado la empresa seguirá invirtiend­o en México restará puntos a José Antonio Meade.

Valorar la comunicaci­ón interna como herramient­a para mantener a los empleados enfocados en las tareas a pesar de la incertidum­bre de la elección pero al mismo tiempo cuidar lo que se comunica. Ya no hay comunicado­s internos. Lo que una empresa dice a sus empleados es una expresión pública y fácilmente puede ser compartida en redes sociales y generar cobertura de medios de comunicaci­ón.

Recurrir a la Cámaras o Asociacion­es para que definan el posicionam­iento del gremio reducirá la presión sobre las empresas de manera individual y evitará su desgaste, pero hay que tener presente que ante un ataque específico una compañía debe emprender su propia defensa para tener más credibilid­ad.

Las elecciones del 2018, a nivel federal y estatal, pueden exponer a muchas compañías a situacione­s difíciles en un ambiente enrarecido y turbulento. Las empresas deben verse como un actor político y desarrolla­r planes que les permitan enfrentar escenarios que aseguren su capacidad de operar y continuar creciendo después de las elecciones del 1 de julio.

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