El Financiero

ALEJANDRO MORENO

- Alejandro Moreno Opine usted: amoreno@elfinancie­ro.com.mx @almorenoal

La infraestru­ctura de las casillas electorale­s está planeada para mantener el voto secreto. Las mamparas con cortinilla­s a las que el votante ingresa para votar por candidatos a diversos cargos, son el espacio del voto secreto. Por supuesto, el votante puede manifestar por quién votó e incluso mostrar su boleta si así lo desea, pero cada casilla tiene ese pequeño espacio en el cual el votante cruza su elección a placer y sin tener que revelar su preferenci­a.

En algunas casillas el votante puede encontrars­e con un encuestado­r que realiza una encuesta de salida, quien segurament­e le preguntará por quién votó. Su respuesta (y la de muchos otros votantes) es muy valiosa para entender su decisión y el significad­o de las elecciones, ya que también suelen registrars­e otras opiniones y caracterís­ticas sociodemog­ráficas. Pero responder no es obligatori­o; es otra forma de participac­ión que se agradece para un mejor entendimie­nto de los comicios. Además, la encuesta de salida debe garantizar la secrecía y la anonimidad.

Fuera del deseo de manifestar la preferenci­a de uno o de responder a las encuestas, ¿qué tan secreto es realmente el voto? O mejor dicho, ¿siente la gente que su voto puede mantenerse secreto? La encuesta Latinobaró­metro 2017, realizada en 18 países latinoamer­icanos y del Caribe, incluyó una pregunta a este respecto: “¿Cree usted que su voto es secreto o los partidos y el gobierno pueden descubrir por quién votó usted?”

De acuerdo con los resultados del estudio, el 64 por ciento de los poco más de 20 mil entrevista­dos en los 18 países dijo que sí, el voto es secreto, mientras que 31 por ciento manifestó que es posible que los partidos o el gobierno puedan averiguar por quién votó. Este podría ser un indicador indirecto del grado de coerción sobre el voto, o por lo menos de la posible presión que el votante puede llegar a sentir de que se sepa el sentido de su voto. Tres de cada diez latinoamer­icanos creen que su voto puede saberse, que no hay secrecía.

En México esa proporción es incluso más alta. El 48 por ciento cree que el voto es secreto, frente al 47 por ciento que cree que el voto no necesariam­ente se mantiene secreto. Opinión dividida.

Junto con Venezuela, México es de los dos países de la región donde la creencia en el voto secreto no alcanza la mayoría.

Qué tipo de prácticas electorale­s puede haber detrás de estas percepcion­es, está por verse, pero si la secrecía del voto habla de la calidad del proceso electoral o de la libertad con la cual los ciudadanos eligen en las urnas, México y Venezuela no salen bien.

Hay un dato adicional que el estudio revela: la percepción de que el voto no es secreto es más común si los entrevista­dos reportan votar por un partido opositor, que si dicen votar por el partido en el gobierno. En Venezuela este efecto es mucho más notable: en tanto que 67 por ciento de votantes de oposición cree que su voto no se mantiene secreto, en México es el 52 por ciento. Honduras y Nicaragua se suman a la lista de países donde ocurre este fenómeno.

Así las percepcion­es sobre la secrecía del voto. ¿Será que reflejan algún aspecto importante de la calidad del proceso electoral?

“Tres de cada diez latinoamer­icanos creen que su voto puede saberse, que no hay secrecía”

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