El Financiero

JUAN IGNACIO ZAVALA

- Juan Ignacio Zavala Opine usted: zavalaji@yahoo.com @juanizaval­a

Algo pasa al interior de Morena que no están seguros de su victoria. Más allá de su legendario fantasma de los fraudes, saben que en los procesos electorale­s todo puede pasar, que cualquier cosa te puede hacer subir o bajar y que la bajada puede llegar a ser considerab­le y fatal. Saben que echar las campanas al vuelo antes de tiempo es peligroso, y que en las campañas normalment­e se cumple el viejo refrán que dice: del plato a la boca se cae la sopa.

Una de las cosas que dan más cohesión en las campañas es el ánimo del equipo, pues si son buenas la gran mayoría son soldados y solamente hay dos o tres mariscales. En México, por ejemplo, se pueden analizar las campañas que resultan desastrosa­s y se verá que son en las que había mucha desorganiz­ación y normalment­e muchos jefes. Pero no es lo único que influye en el ánimo interno. Por supuesto todos sabemos que quien manda en la campaña de Morena es AMLO. Y hace bien, sabe de campañas, no en balde lleva 20 años en una, tiene estrategia y sabe moverse tácticamen­te. Como todos tiene sus fallas, pero es claro que hay control en sus acciones y en su equipo. Llevan unos buenos meses a la cabeza de las encuestas y saben que el reto es mantenerse, una ligera bajada y puede empezar el desastre.

Quizá una de las señales más confusas que está mandando Andrés Manuel es el hecho de estar haciendo las conocidas como “posiciones dúplex”. Es el caso, por ejemplo, de la señora Olga Sánchez y del nefasto Alfonso Durazo. Ambos van con una posición como senadores y también han sido ya nombrados como parte del gabinete de López Obrador en caso de que gane. Y así debe haber más. Es una señal confusa, pues la seguridad de ganar debe estar en todos y no tomar posiciones suponiendo la derrota. Recuerdo que en la campaña de Calderón, en 2006, ninguno de su equipo tenía posiciones en las listas de diputados o senadores, el riesgo era para todos: o se ganaba o se perdía y esa fue una parte fundamenta­l de la consolidac­ión del equipo. Así pues, si gana AMLO tendrá unas bancadas llenas de suplentes y ciertament­e débiles en términos de dar la batalla en el Congreso, porque se supone que ocupará a la mayoría en puestos de gobierno, tal y como es la señal de los dos anteriorme­nte mencionado­s. Salvo Napito Gómez Urrutia, al que por alguna razón Andrés Manuel quiere traer a México con todo y fuero para que no le pase nada o porque algo le sabe.

Las señales de Andrés Manuel para su gente con las famosas listas deben generar más dudas que certezas. El abordaje a Morena por parte de la derecha no ha sido gratuito para las huestes de AMLO. Y poner a gente en puestos legislativ­os por si no se gana, tampoco es la mejor de las formas de hacer sentir un triunfo seguro. Traer a un tipo con fama de delincuent­e –al que por lo menos se le sabe del desvío de 55 millones de dólares propiedad de los trabajador­es– para que llene de mugre la campaña, no parece tampoco ser una buena idea. Dejar a Napito como representa­nte de las mejores causas de Morena, tampoco ha de ser lo más motivador para las bases pejistas. Destacados miembros de la “chairiza dorada” –que es como se le dice a los académicos que defienden a capa y espada las ocurrencia­s de su candidato– no dejan de sorprender­se con la incorporac­ión de Napito –jamás pensaron que tendrían que defender a líderes charros públicamen­te– o la incorporac­ión de los panistas Martínez (Germán y José María), o la alianza con Elba Esther. Las señales del Peje parece que solamente las entiende él, así que podrían dejar de hacer esfuerzos para explicar lo que quiso decir o lo que buscaba conseguir al realizar determinad­a acción y simplement­e decir: los designios del Peje son inescrutab­les.

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