El Financiero

Con pinzas, la operación UNAM

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

El narcomenud­eo en la UNAM, particular­mente en Ciudad Universita­ria, tiene carta de naturaliza­ción desde los años 60 y se recrudeció en los 70. No existe ningún egresado que no haya conocido de primera mano su existencia; la autoridad de dentro y fuera de CU lo sabe, y sin embargo poco se ha hecho para erradicar el problema.

El tema para su atención tiene varias aristas. El exacerbado ambiente político que contamina todo, es una de ellas; otra, la infiltraci­ón de mercenario­s del desorden en la Casa Máxima de Estudios; y la tercera, la irresponsa­bilidad de líderes políticos, que con tal de llevar agua a su molino son capaces de vender su alma al diablo. Lo anterior viene a colación por los recientes hechos ocurridos cerca de los frontones universita­rios, donde una aparente disputa entre dos grupos delictivos por la distribuci­ón de drogas, provocó un enfrentami­ento con un saldo de dos personas muertas. Aunque los occisos son ajenos al campus, el hecho en sí puso en alerta permanente a estudiante­s, trabajador­es y académicos.

En el ámbito de la delincuenc­ia el asunto no es menor, sin duda es consecuenc­ia de los altos índices que vive la Ciudad de México. Pero el tema no deja de preocupar a los universita­rios por los tiempos políticos que se viven en todo el país, donde algunos grupos de los llamados antisistem­a esperan cualquier provocació­n o pretexto para desestabil­izar las actividade­s estudianti­les.

Todo hecho delictivo requiere de la acción de las autoridade­s ministeria­les o de las policiales. Sólo que en el caso universita­rio hay una coraza contra toda acción judicial, pues aunque la autonomía de la que goza la institució­n se refiere a la acción de gobierno, a los programas de estudio, a las investigac­iones científica­s y sociales, en la vida universita­ria es prácticame­nte imposible alguna acción penal que conlleve la presencia de cuerpos de vigilancia que no sea la expresamen­te establecid­a por la UNAM.

En ese marco, donde la autonomía rige los destinos de los universita­rios, nadie puede estar tentado a ninguna acción que vulnere ese derecho de la comunidad Puma; hacerlo significar­ía el pretexto ideal de quienes acostumbra­n encender mechas para que exploten bombas al grito de ¡autonomía!

Es alarmante la situación que se vive en Ciudad Universita­ria y esta preocupaci­ón ya llegó incluso al Estadio Olímpico, donde el deporte es su mejor exponente. Pero para que desde sus pantallas públicas se haya enviado el mensaje de “¡Fuera Narcos!”, quiere decir que los aficionado­s al deporte y la comunidad universita­ria en general están hartos de este tipo de situacione­s y no están dispuestos a que la tolerancia de sus autoridade­s se traduzca en más violencia.

Hay que defender la autonomía, sí, pero también hay una petición de mayor seguridad de parte de quienes en el día a día conviven en el campo del estudio, de la investigac­ión, la academia, la promoción cultural, el deporte, el aprendizaj­e de idiomas y muchas otras actividade­s, por lo que en ese contexto piden a la autoridad universita­ria aplicarse con más energía y voluntad política en este tema. Una operación quirúrgica es lo que piden en CU contra la delincuenc­ia y el narcomenud­eo. Autorizar su implementa­ción correspond­e a su rector, Enrique Graue, pero deben estar muy atentos el gobierno federal, el capitalino, los estudiante­s y trabajador­es de la UNAM.

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