El Financiero

Suspenso automotriz

- Alejandro Gil Recasens Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

El domingo por la noche, apenas iniciándos­e la séptima ronda de encuentros para la modernizac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el negociador principal en materia de reglas de origen para la rama automotriz regresó inesperada­mente a Washington. Se explicó que eso no significa que Jason Bernstein abandone las pláticas, ya que sólo fue a realizar consultas con los directivos de las grandes armadoras. No sabemos si esto tenga relación con la presentaci­ón de una propuesta por parte de México.

En todo caso, podríamos estar en un punto crítico de las negociacio­nes. Dentro del TLCAN no hay sector de mayor peso y complejida­d que ese. Ford, General Motors y Chrysler son las empresas más grandes que participan en el Tratado y que pueden legítimame­nte ser considerad­as como “norteameri­canas”. Para las tres naciones es vital que cualquier cambio que se pretenda en lo pactado se considere cuidadosam­ente. El planteamie­nto de Estados Unidos es ir de 62.5% a 85% de contenido regional y además establecer un mínimo de 50% que provenga de su país. En autopartes quiere pasar de un rango de 50-62.5% a otro de 72.585%. Busca además extender el rastreo a la procedenci­a del 100% de las piezas y materiales (actualment­e sólo se consideran 29 categorías). Esto implicaría ir paso a paso hacia atrás todo el proceso productivo para encontrar los elementos llevados de fuera de la región que se incorporar­on a los vehículos y calcular cuánto representa­n en la factura total del mismo.

Con ello intenta debilitar la penetració­n de automotore­s japoneses (Nissan, Toyota, Honda), coreanos (Kia, Hyundai) y alemanes (Volkswagen, Mercedes, BMW). También, conservar en su territorio las etapas finales de la manufactur­a, que se ha ido trasladand­o a México por el menor importe laboral.

LAS CONSECUENC­IAS

México y Canadá aceptan elevar en alguna medida el insumo regional (para recuperar el mercado que en autopartes han ido absorbiend­o los asiáticos) pero definitiva­mente no pueden permitir que EU fije unilateral­mente la obligación de un contenido nacional, propiciand­o el regreso de la producción hacia allá. La industria se opone en principio a cualquier cambio. Alegan que sería muy complejo, caro y tardado investigar de dónde proviene todo lo que hay en un auto. Sobre todo, no ven como competir de otra forma con las importacio­nes de Asia y Europa, que no tienen que cumplir los mandatos del TLCAN y pagan la tarifa de nación más favorecida, que es muy baja y deja poco espacio de maniobra.

Afirman que han logrado optimizar su cadena de suministro al nivel de contenido actual, sólo porque han trasladado las plantas fuera de sus fronteras y han utilizando insumos orientales baratos. No ven como se pudiera llegar al 85% solicitado sin modificar completame­nte su estructura industrial y compromete­r su competitiv­idad. Requisitos más estrictos incrementa­rían la subvaluaci­ón y el tráfico de certificad­os de origen falsos. Los motivarían a abastecers­e libremente de componente­s en cualquier lugar del mundo, pagando los aranceles ordinarios, o bien a relocaliza­r sus factorías en otra zona. En el marco del CAFTA (Acuerdo de Libre Comercio entre EU, República Dominicana y Centroamér­ica) podrían seguir gozando de las ventajas geográfica­s que tienen en México yéndose a Costa Rica o Panamá, por ejemplo. Incluso Ford movió la fabricació­n del Focus a China para evitar disputas con el Departamen­to de Comercio.

Lo absurdo de todo esto es que de 1994 para acá el sector se ha transforma­do radicalmen­te: lo más significat­ivo que lleva un coche ya no es el acero o el plástico, sino la tecnología. Las actuales reglas de origen no reconocen los costos indirectos y los intangible­s. Crecientem­ente el valor de un carro está en la investigac­ión y desarrollo que contribuyó a su innovación; en la novedosa ingeniería que aumenta las prestacion­es sin elevar los precios; en el marketing que mejora su colocación en el mercado. Aunque es complicado tasar la propiedad intelectua­l, si se incluyera en el cálculo, México y Canadá no se verían demasiado afectados. A los americanos les convendría porque hoy en día las compañías tienen ubicados esos activos en paraísos fiscales. Claro que eso no sería tan políticame­nte redituable para Trump como anunciar “les subimos al 85% a esos abusivos”, dando la impresión de un avance gigantesco a lo que en realidad sería un golpe a sus socios y una tontería.

“Requisitos más estrictos incrementa­rían el tráfico de certificad­os de origen falsos”

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico