El Financiero

México, con solidez en fundamenta­les económicos

- Carlos Serrano Herrera Opine usted: economia@elfinancie­ro.com.mx

En el último año los fundamenta­les macroeconó­micos de México han mejorado significat­ivamente. Entre 2014 y 2016 tanto las cuentas externas como las fiscales del país mostraron un deterioro importante, que se explicó en buena medida por dos factores: i) la caída en los precios y en la producción de petróleo; y ii) el estancamie­nto del sector manufactur­ero de Estados Unidos.

El primer factor impactó negativame­nte a las finanzas públicas y es una de las razones por las cuales la deuda pública como porcentaje del PIB llegó a un nivel de 48.7%, siendo que en 2007 se ubicaba por debajo de 30%. El deterioro en las finanzas públicas significó que tanto en 2014 como en 2015 se observarán déficits fiscales primarios superiores a 1% del PIB, lo cual resultó en el aumento en la deuda pública.

Por otra parte, la menor producción petrolera significó que en 2015, por primera vez en décadas, México tuviera un

Economista Jefe de BBVA Bancomer déficit en la balanza comercial petrolera. Eso, aunado al estancamie­nto de las exportacio­nes observado en el periodo 20142016, resultó en un deterioro de la balanza comercial y, por tanto, de la cuenta corriente. El déficit de cuenta corriente como porcentaje del PIB, que se había oscilado en niveles de 2%, se amplió hasta 3% en 2016. No solamente se trató de un aumento importante, sino que la estructura de financiaci­ón de dicho déficit se tornó más precaria: para financiar ese déficit de 3% en cuenta corriente no solamente era suficiente la inversión extranjera directa (que suele ser más estable) sino también los flujos de capital que son más volátiles. Así la economía en 2016 vivía una situación complicada con fundamenta­les deteriorad­os que se explicaba por un aumento en los déficits fiscales y externos. Es por eso que el tipo de cambio se depreció desde 2014 a 2016 de niveles de alrededor de 13 a 17 pesos por dólar (la depreciaci­ón adicional se explica por completo por la incertidum­bre alrededor de lo que pueda hacer el presidente Trump con el Tratado de Libre Comercio de América del Norte). También por ese deterioro en los fundamenta­les es que las agencias calificado­ras cambiaron la perspectiv­a de la deuda soberana mexicana a negativa, y aumentaron las posibilida­des de que se bajara la calificaci­ón de la deuda del país.

Estos fundamenta­les han mejorado sustancial­mente. Tanto las cuentas externas como las fiscales muestran mayor solidez. La recuperaci­ón en el sector manufactur­ero de Estados Unidos resultó en una mejora de las exportacio­nes de México hacia ese país. El año pasado dichas exportacio­nes, medidas en dólares, crecieron a una tasa mayor a 10%. Consecuent­emente, el déficit comercial se redujo a 10.9 mil millones de dólares al cierre de 2017, desde un nivel de 13.1 mil millones de dólares al cierre de 2016. Incluso se observó un superávit en la balanza de mercancías no petroleras de 7 mil millones de dólares, comparado con un déficit de 377 millones de dólares en 2016. Por ello el déficit de cuenta corriente como porcentaje del PIB disminuyó a un nivel de 1.9%, el cual es sostenible. Es un déficit que se financia en su totalidad con inversión extranjera directa. Por otra parte, en 2017 los esfuerzos de consolidac­ión fiscal de la Secretaría de Hacienda resultaron en que, por primera vez desde 2008, el país volviera a tener un superávit fiscal primario. En 2017, el gasto neto total del gobierno federal se redujo en 8.7% en términos reales. Y si no consideram­os los rubros de inversión financiera, pensiones públicas, y el costo financiero de la deuda, conceptos ineludible­s para el gobierno, la reducción en el gasto fue de 9.9%.

Estos esfuerzos de consolidac­ión han mejorado el perfil fiscal del país. Lo que sería deseable en adelante es que dichos esfuerzos se centren más en reducir el gasto corriente que la inversión pública, que puede tener un mayor impacto en el crecimient­o de mediano plazo en el país: mientras que en 2017 el gasto corriente se redujo en 3.1%, el gasto en capital cayó en 36.7%. México hoy muestra unos fundamenta­les más sólidos que hacen un año, con menores desequilib­rios fiscales y externos. Eso se ha traducido en que las calificado­ras quitaran la perspectiv­a negativa de la calificaci­ón soberana. Más importante, significa que el país llegue en una mejor posición ante el proceso de normalizac­ión de política monetaria que veremos en Estados Unidos y otras economías avanzadas. Sería deseable que esta mejora en los fundamenta­les continúe en los próximos años.

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