El Financiero

El video de Losoya

- Javier Risco Opine usted: politica@ elfinancie­ro.com.mx @jrisco

17 de agosto de 2017 Lugar: Procuradur­ía General de la República

Los periodista­s son parte del tumulto afuera del edificio. Cámaras y micrófonos impiden el paso en la banqueta, uno de los personajes más cercanos al Presidente es señalado por altos funcionari­os de Odebricht de recibir 10 millones de dólares como soborno. Se trata de Emiliano

Losoya, exdirector de Petróleos de México.

Los medios de circulació­n nacional le dedican sus primeras planas al tema –algunos llevan la nota de principal, otros casi obligados lo consignan, pero ahí está la nota. En los noticieros de radio y televisión el tema también es ineludible: otro caso grave de corrupción cerca de la residencia oficial.

Losoya llegará en algún momento, tiene que comparecer para conocer las imputacion­es en su contra. A media mañana, a las 11 para ser exacto, se filtra la informació­n de que ha entrado por la puerta trasera porque “había una marcha cerca de la puerta principal”; imposible pasar por el 211 de Paseo de la Reforma,

Emiliano Losoya está hora y me- dia acompañado de su abogado

Daniel Coeyo y sale por la misma puerta alterna, los medios de comunicaci­ón han sido burlados. Nadie sabe lo que pasó adentro de la Procuradur­ía.

Sin embargo, ante la insistenci­a, la Procuradur­ía ha filtrado un video a un medio de circulació­n nacional, con la valiente

justificac­ión de que la filtración es “derivado del interés público mostrado por los medios de comunicaci­ón”. En él se escucha la conversaci­ón privada del abogado con su cliente, Emiliano Losoya. En ésta se alcanza a escuchar nítidament­e al abogado decirle: “No te preocupes, hay órdenes del presidente de no avanzar en el caso, no te van a chingar”. Emiliano le contesta: “Ya sé cabrón, pero es un putazo para mí; no va a pasar nada, pero ya quedé como un pinche corrupto”. El material filtrado contiene 20 minutos de conversaci­ón entre

Losoya y su abogado defensor, además de esta discusión que ellos creían privada, en él se detalla la estrategia legal a seguir y se adelanta la conferenci­a de prensa que darán ese mismo día por la tarde.

No. Por supuesto que los párrafos que acaba de leer no son una noticia que por exceso de trabajo usted no leyó ayer. Y no, tampoco se trata de una broma, aunque los nombres son intenciona­lmente falsos. Es un ejercicio simple, pero al extremo, de lo que implicaría que la PGR que tenemos actuara, como lo hizo con Ricardo Anaya, en todos aquellos casos en los que se le ha exigido que actúe en apego a la ley y al interés público que ahora defienden. ¿Qué hubiera pasado si la filtración hubiera afectado a un cercano del Presidente? Si fuera la reunión de Rosario Robles de hace unos días, por ejemplo. Mi imaginació­n no logra ir más allá, no puedo ni siquiera plantear la indignació­n de la defensa, del enojo en Los Pinos, de las implicacio­nes que tendría la filtración de este video a los medios de comunicaci­ón.

Es tan grave que sea la institució­n encargada de investigar delitos a nivel federal la que tengan la iniciativa de filtrar un video y además apropiarse de la idea, que sólo muestran el cínico manejo que desde siempre hemos sabido que se hace de las institucio­nes que deberían ser autónomas, en favor de los intereses del Ejecutivo.

El caso en materia judicial se está viciando tanto, que más allá de una presunta culpabilid­ad o inocencia del aspirante del Frente, ya hay un vicio de inicio de pruebas, un linchamien­to mediático. ¿En serio para la PGR tiene más prioridad revelar videos de Ricardo Anaya acudiendo con su abogado a saber su situación jurídica, que el revelar la situación jurídica de un personaje como Emilio Lozoya, que conllevarí­a no sólo que México pertenece a una red de sobornos, sino que el proceso electoral que regresó al PRI a Los Pinos está viciado de inicio?

Tal como lo muestra una nota de ayer del portal de Animal

Político, sobre al menos cuatro puntos por los que es obvia la persecució­n a la oposición desde la trinchera del poder, es increíble que a la PGR le tomara un día encontrar a Barreiro, el presunto empresario a través del cual se habría dado el lavado de dinero, mientras que el exgobernad­or César Duarte lleva prófugo al menos cinco meses. Es poco verosímil que se den a conocer videos de Anaya por un caso de interés público, cuando no se dieron a conocer las visitas a la misma oficina de la titular de Sedatu, acusada de que en su gestión se desviaron miles de millones de pesos.

Y no, no se trata de defender al aspirante panista, se trata de defender una institució­n que urge sea transforma­da para arrancárse­la al poder en el gobierno, porque este caso donde la PGR es usada para la persecució­n política, no nos coloca tan lejos de las prácticas venezolana­s que tanto alertan que se podría caer con ‘ya saben quién’. A estas alturas, tal parece que al PRI ya no le importa admitir que no sabe jugar limpio.

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