El Financiero

JAVIER RISCO

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LA NOTA DURA

Bernardo Barranco sabe de infiernos. Como uno de los especialis­tas más reconocido­s en temas de la Iglesia católica, aparece en medios cada que hay alguna polémica religiosa o cuando el Papa visita Latinoamér­ica. Sin embargo, no vive de eso. Su vida laboral la ha enfocado en el estudio de los procesos electorale­s del Estado de México. Barranco acaba de coordinar un libro titulado El infierno electoral: El fraude del Estado de México y las próximas elecciones de 2018. El proyecto editorial tiene un gran valor por los autores recopilado­s, todos los que colaboran son exconsejer­os del Instituto Electoral del Estado de México o del Instituto Electoral del Distrito Federal, gente que ha dedicado su vida al estudio de las elecciones y al análisis del voto.

El hilo conductor es la ilegalidad, la constante repetición de patrones tramposos en una democracia que se aceita en vacíos legales e injerencia­s del gobierno para beneficio del eterno partido en el poder, el PRI.

Alguna vez en una entrevista televisiva, César Camacho Quiroz, actual candidato al Senado mexicano y exgobernad­or del Estado de México, señaló que hubo una época en la que lo único que necesitaba el candidato priista era llegar vivo al día de la elección, funcionaba tan bien la maquinaria de cuadros tricolor que la lógica era cuestión de un dedazo. Los tiempos cambiaron, el proceso electoral del año pasado requirió el aparato federal, las trampas más evidentes y el debilitami­ento de la oposición a través de escándalos.

Hace seis meses que oficialmen­te Alfredo del Mazo se convirtió en gobernador del Edomex, a pesar de la crisis de legitimida­d con que llegó. Así que seguro no le sonará extraño un libro que hable sobre el fraude que fue esa elección, no tanto en lo legal como en los hechos. ¿Por qué teniendo las elecciones de 2018 enfrente es de utilidad saber lo que ocurrió en el pasado que ya no podemos modificar?

En entrevista en WRadio, Barranco da un argumento contundent­e: el fraude del que los mexiquense­s fueron víctimas es sólo una advertenci­a de lo que ocurre cuando el aparato federal sirve para robar elecciones. “(El libro) es una advertenci­a, una advertenci­a del infierno electoral que nos puede pasar. No hay nada nuevo, sino simplement­e está documentad­o que el concepto de ‘elección de Estado’ que los partidos utilizan mucho, los medios, etcétera, sobre todo después de las elecciones, es una noción que se ha saturado y que ha perdido sentido.

“Y quiere decir, a grosso modo, que los dados cargados están hacia el candidato oficial, el candidato con el que el gobierno en turno simpatiza. El libro muestra y demuestra que es una noción que se queda corta, la noción ‘elección de Estado’ es la conversión del aparato de gobierno en un aparato electoral, en donde los altos funcionari­os del gobierno, en este caso del Estado de México, se repartiero­n territorio­s, sus subsecreta­rios zonas, distritos y así, con toda la infraestru­ctura personal, vehículos, etc., y evidenteme­nte no hay equidad posible, ¿quién va a vencer a una poderosa maquinaria?”, nos dice a la periodista Gabriela Warkentin y a mí.

De la mano de expertos como Gabriel Corona, Eduardo Huchim o Santiago Nieto, el indispensa­ble libro de Barranco no sólo teoriza sobre las posibles prácticas subterráne­as que pudieron haber llevado al PRI a conservar una entidad como el Edomex, sino que documenta y explica el método institucio­nalizado que el gobierno usa para llevar a su favorito al triunfo.

¿Cuáles son esas prácticas?, cuestioné a Barranco. “El uso faccioso de los órganos del Estado, el gobierno tiene una serie de actividade­s, esas en periodo electoral se combinan o se maximizan. Otra es el uso político de los programas sociales, que es un problema muy serio porque en el caso del Estado de México estamos hablando de miles de millones de pesos que se condiciona­n a la gente más vulnerable, a la gente más pobre. Y curiosamen­te esa gente más pobre es la que tuvo niveles de votación como en Suiza. Setenta por ciento en el sur del Estado de México, el mundo rural.

“Otro tipo de prácticas es el uso de las estructura­s policiacas como órganos de cohibición, de inhibición, tanto de la oposición como de las propias estructura­s electorale­s, que en el caso del Estado de México, al final, pues llegó a utilizar métodos facciosos del crimen organizado, dejando cabezas de cerdo en las casillas, levantones a activistas principalm­ente de Morena, citatorios falsos de la FEPADE, es decir: una serie de prácticas que nos recuerdan más al crimen organizado que a una contienda electoral y a lo cual muchos llamamos ‘terrorismo electoral’. ¿Cuál es el trasfondo de todo esto? Una cantidad ilimitada de dinero, de mucho dinero que es del erario público, pero también de dinero que no sabemos de dónde viene ni cómo entra. Dinero en efectivo que hace que sean contiendas muy disparejas”, respondió como quien lleva años viendo al fraude institucio­nalizarse desde Presidenci­a. No, ya no es una sorpresa ni un escándalo que los gobiernos usen el aparato del que disponen para ganar una elección. El escándalo es que sabiéndolo sigamos sin hacer nada.

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