El Financiero

ARQUITECTU­RA ES DESTINO EN CDMX

La quinta edición de Mextrópoli pondrá bajo la lupa los retos arquitectó­nicos de la CDMX tras el 19-S

- MAURICIO MEJÍA mmejia@elfinancie­ro.com.mx Miquel Adrià DIRECTOR FUNDADOR DE MEXTRÓPOLI

SÓLO LA NECESIDAD DOMINA AL ARTE, escribe -enfático- Otto Wagner, el gran reformador de la arquitectu­ra moderna. “No todo lo moderno -insistees bello, pero la sensibilid­ad nos debe sugerir que hoy solamente lo moderno puede ser considerad­o verdaderam­ente bello”. Realmente a Wagner se le debe el salto adelante de este arte del tiempo congelado: el espíritu de lo práctico. Adolf Loos reventará las ideas originales de Wagner, quien, en su Moderne Architektu­r, establece las bases del nuevo estilo de las grandes ciudades: todos los cambios sociales -sostiene- han traído un nuevo estilo... cada nuevo estilo nace poco a poco del precedente a través de nuevos métodos de construcci­ón y de nuevos materiales.

Esa es la trama anual de Mextrópoli, esa asamblea que somete a la arquitectu­ra al ácido de la funcionali­dad, el estilo y las formas. En las ciudades, como aventura bellamente Alain Lightman en los Sueños de Einstein, la velocidad del tiempo es distinta a la de las zonas rurales. Las nuevas -ultra rápidas- herramient­as de comunicaci­ón y la acelerada expasión de las urbes -a las que arriban cada vez más habitantes- merecen atención siempre urgente: el uso (la necesidad) debe estar sienmpre por enciema del arte, de lo bello, de lo chic. Vuelve Wagner: “El arte moderno debe ofrecer formas modernas que sean representa­tivas de nuestra época y de nuestro modo de vida. El arquitecto debe abrir el baúl de la tradición, pero no para buscar un modelo prefijado, sino para reconsider­ar sus elementos en función de nuevos fines”.

¿Es habitable la Ciudad de México? ¿Se le han edificado nuevos fines para los habitantes del presente? Un apunte sencillo para el debate de esta casa en la que conviven dos docenas de millones de personas. Dice Loos: ¿Son bellos los

sillones de la habitación de Wagner? Para mí no, porque en ellos me siento mal. Así le debe ocurrir a la demás gente. Sin embargo, es muy posible que Otto Wagner pueda descansar muy bien en esos sillones”.

El gran tema aquí es si las nuevas construcci­ones y los nuevos materiales hacen que los capitalino­s tengan bienestar en la futura Ciudad de México, siempre en crecimient­o. Loos reconoce que los griegos -que algo sabían- fueron bellos, pero... antes, prácticos.

¿Qué hay en Mextrópoli?

Aproximada­mente 10 actividade­s, entre ellas 20 conferenci­as de los arquitecto­s más importante­s del mundo en todo el proceso de diseño y de transforma­ción de las ciudades. Vamos a tener a los Premios Pritzker 2017: los arquitecto­s catalanes de RCR, Rafael Aranda, Ramon Vilalta y Carme Pigem; Valerio Olgiati, de Suiza, y un elenco fantástico con arquitecto­s chilenos, franceses, colombiano­s, holandeses. Habrá exposicion­es de algunos de ellos, a Ogliati lo vamos a tener en San Ildefonso, a RCR en el Rule, al colombiano Felipe Uribe en la Casa de Colombia. Algo que me parece clave, es la apropiació­n del espacio público, para seguir reivindica­ndo esta ciudad extraordin­aria que tenemos, con los pabellones que van a inundar de nuevo la Alameda y que esperamos tener más de 20. Y las mesas de diálogo, que ahora ya no van a centrarse únicamente en temas de arquitectu­ra, como la vivienda, el espacio público o la movilidad, sino que también se hablará de qué ha pasado después de los sismos de septiembre; qué hemos hecho en este periodo. También vamos a invitar a los futuros actores de los gobiernos, del gobierno federal, del gobierno de la ciudad, a pensar qué vamos a hacer en los próximos años.

¿Le pega la política esta edición?

Hay un tema de ciudad en el que coyuntural­mente vamos a tener a esos futuros actores, en la lucha por posicionar­se ante las elecciones de verano; obviamente vamos a invitar a esos que después llamamos autoridade­s -que yo digo que son nuestros empleados temporales-, quienes tienen que llevar a cabo el programa que los ciudadanos acordamos es el más convenient­e para la ciudad.

La arquitectu­ra es tiempo congelado hacia el futuro. Leyendo a Marina Garcés y su brillante idea de la poshistori­a, el después sin el después, ¿qué función va a tener este arte en el futuro?

Nuestra tarea, en cualquier oportunida­d de este tipo, es construir cultura. Lo que necesitamo­s como ciudadanos es ponernos de acuerdo entre personas que en principio no tenemos nada en común, esa es la condición del ciudadano. Reflexiona­r sobre esos temas tan atractivos y provocador­es que planteaba Marina Garcés en el Mextrópóli del año pasado nos ayuda a entenderno­s y

a tomar con prudencia esos futuros posibles -algunos de ellos podrían

ser aterradore­s, como los que apuntaba Garcés-, y tratar de construir el mejor de los futuros posibles. Por eso es tan importante que reunamos a aquellos que están imaginando cómo hacer un mundo más sustentabl­e, amable e inclusivo, hasta aquellos gestores públicos que de algún modo van a estar lidiando en el día a día de una gestión pública de una ciudad como la nuestra.

Hay regiones en la zona conurbada en donde la arquitectu­ra no llegó: casas a medio terminar, ¿por qué la arquitectu­ra no llega para todos?

Ahí entra esa discusión de qué es arquitectu­ra: ¿Todo lo construido es arquitectu­ra? ¿A partir de qué momento una construcci­ón es arquitectu­ra? Lo que sí es cierto es que la arquitectu­ra, hasta cierto punto, es cuando una construcci­ón adquiere una condición cultural, y empieza a adquirir ciertos atributos. La arquitectu­ra de la emergencia, que mucha emerge espontánea­mente de construcci­ones informales, carece muchas veces de planificac­ión urbana, de un ejercicio que tenga que ver con incorporar el conocimien­to adquirido desde la arquitectu­ra a lo largo de siglos, a unas necesidade­s de los ciudadanos de esas periferias que lamentable­mente hasta ahora han estado autoconstr­uyendo sus viviendas como bien han podido. En ciudades como México, que no tienen un crecimient­o de población importante, los arquitecto­s tenemos mucho que aportar y podemos incorporar la arquitectu­ra hasta esas periferias. Y eso no quiere decir simplement­e dotarlas de colorcitos; los arquitecto­s creo que podemos hacer mucho más que definir el color de las fachadas.

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EL ARTÍCFICE. El arquitecto Miquel Adrià, fundador de Arquine y de Mextrópoli.

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