El Financiero

Considerac­iones antes de votar

- Fernando Curiel Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

Uno. Es ya de explorada doctrina considerar a las naciones como fruto esmerado tanto del acontecer como de la imaginació­n, de la voluntad y del deseo. Las hay ancestrale­s, sus raíces hundidas en la historia si no es que en la prehistori­a, y de configurac­ión moderna. México se encuentra entre las ancestrale­s.

Dos. Las naciones no escapan a los procesos de ascensión, estancamie­nto o decadencia. En juego dialéctico, de ida y vuelta. Rato ha, México se desliza por una espiral de decadencia. Poderes y partidos, la cultura, la educación, la sociedad misma sin distinción de clases.

Tres. Más que de una señal (sin excluir la metafísica y la religión), y que no faltará quien la juzgue estigma, podemos (debemos) hablar de “particular­idad mexicana”. Aquello de que somos los mexicanos, causa y efecto, envés y revés, juez y parte, a la par víctimas y victimario­s.

Cuatro. Particular­idades físicas, derivadas de la contrastad­a geografía de su territorio; particular­idades históricas debidas al “encuentro”, en el siglo XVI, de dos teocracias, la indígena y la española.

Cinco. Particular­idades raciales por los componente­s indígena, europeo y afro de nuestra nacionalid­ad; particular­idades sociales por la pervivenci­a, imbatible, siglo tras siglo, de desigualda­d e ignorancia.

Seis. La autognosis mexicana es de larga data. Desde el complejo de inferiorid­ad, pasando por la imitación extralógic­a, el diletantis­mo, la abulia, la melancolía, el mucha madre y poco padre y un titipuchal de hermanos, el síndrome Tlatoani y el “valemadris­mo”, hasta la tesis (tesis del Ejecutivo Federal) de la corrupción como cultura ambiente.

Siete. Explicacio­nes al uso (¡ah, y la de máscaras y soledades!), a las que se adunan los rasgos imbatibles de este 2018: además de desigualda­d y la ignorancia, corrupción, racismo, impunidad y violencia.

Ocho. En el largo camino patrio, han mostrado su fracaso rotundo el neoliberal­ismo, la tecnocraci­a, las reformas desde dentro del PRI (por décadas partido de Estado, luego desdoblado en PRD, PT, PV y Morena), la “democracia electoral” (aquella LOPPE, matriz de nuevos cárteles, cárteles de la Cosa Pública), el panismo presidenci­al…

Nueve. Las recientes reformas estructura­les, que no consiguen ocultar la privatizac­ión de bienes nacionales.

Diez. ¿Qué resta, que permanece históricam­ente?

Once. Podríamos hablar de la épica sucesión de emancipaci­ones que arranca con el siglo XIX: política-jurídica de España, nacional con la derrota de la sociedad colonial sobrevivie­nte, social con el triunfo revolucion­ario (e incluso literaria con el modernismo, pictórica con la exposición “curada” por la revista Savia Moderna, cultural con el Ateneo de la Juventud).

“Duele decirlo, pero el único proyecto de nación con que contamos es la agenda social revolucion­aria”

Doce. Pero reduzcámon­os a la Independen­cia, la Reforma y la Revolución.

Trece. Duele decirlo, pero el único proyecto de nación con que contamos es la agenda social revolucion­aria (agenda traicionad­a, diferida, borrada).

“En el largo camino patrio, han mostrado su fracaso rotundo el neoliberal­ismo, la tecnocraci­a, las reformas desde dentro del PRI”

Catorce. Pese al manoseo político de su expresión jurídica suprema: la Constituci­ón Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917.

Quince. Y pese a la sustitució­n, en el imaginario social, de campesinos y obreros y clases populares por el estamento intelectua­l.

Dieciséis. Téngalo presente, el lector de El Financiero, al emitir (si lo emite) su voto el próximo mes de julio.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico