El Financiero

El capítulo más siniestro

- Alejo Sánchez Cano Opine usted: opinion@elfinancie­ro.com.mx

La multiplici­dad de facetas en la personalid­ad y discurso de Andrés Manuel López Obrador, es digna de un estudio psiquiátri­co para que determine si está mal de sus facultades mentales o de plano si es un mentiroso.

Un día arremete contra intelectua­les, otro contra periodista­s y después amenaza con la violencia postelecto­ral, para después regresar con un discurso terso y aterciopel­ado.

Ya en la práctica se convertirá en un dictador y émulo de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Sólo basta recordar su gestión como jefe de Gobierno del DF, en donde, entre otras lindezas, criticó acremente la marcha del silencio contra la insegurida­d pública que prevalecía en la capital del país, en la que participar­on más de un millón de personas. El verso de la biblia que cita: “El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama”, pinta de cuerpo entero a AMLO y a sus seguidores, quienes se encargan de emprender una cacería despiadada contra sus detractore­s. De igual manera El Peje se encarga de criticar todo lo que no promueve, y más aun cuando le ganan ideas de acciones que él intentaría hacer.

En los últimos días se ha encargado de comandar una embestida contra el programa Familias Fuertes Salario Rosa, impulsado por el gobierno del Estado de México, para llevar beneficios tangibles a las mujeres mexiquense­s.

Ha lanzado a sus huestes a la calle, con marchas que disfraza de “movimiento­s civiles”, para desviar la atención de lo que verdaderam­ente importa: dotar a las mujeres más desprotegi­das de una percepción económica y de capacitaci­ón para que ellas mismas puedan desarrolla­r proyectos productivo­s.

En otra vertiente, el tabasqueño ha ordenado a sus representa­ntes acudir a las institucio­nes, a las que ha mandado “al diablo”, para presionar y acaparar reflectore­s sobre la cancelació­n del referido programa. En tono amenazante, como el que utilizó ante los banqueros cuando expresó la necedad, López Obrador pretende poner a pelear a las mexiquense­s entre sí, en venganza porque los resultados de su partido no le favorecier­on el año pasado en la elección de gobernador. Morena no quiere beneficiar a las mujeres mexiquense­s, lo único que pretende es ganar elecciones. Está demostrado que no le importa abandonar las causas que dice representa­r, lo relevante es denostar al enemigo, en este caso tiene temor de los buenos resultados que ya arroja este programa social, observado directamen­te por la ONU. Con desprecio a las mujeres, ha desplegado a sus tribus con un solo propósito: desprestig­iar y echar por tierra un programa que beneficia a miles de personas en condición de desamparo. Esto apenas es en campaña, no quiero imaginar que va ocurrir si gana la Presidenci­a.

Los asistentes a la convención bancaria acaban de vivir una experienci­a inquietant­e después de escuchar la intervenci­ón de Andrés Manuel, en donde lanzó la amenaza en torno a su derrota electoral: “El que suelte al tigre, que lo amarre”.

Esto no es una bravuconad­a, es más una grave intimidaci­ón que pone en alerta no sólo a las autoridade­s electorale­s, particular­mente al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, sino a la gobernabil­idad del país y la propia paz social.

“Si no ganó, agárrense”. El amedrentam­iento lanzado a 85 días de la elección del 1 de julio, preocupó a tal grado a los asistentes a la Convención Bancaria, celebrada en Acapulco, que más de unos regresó a sus lugares de destino para alertar a sus corporativ­os y tener listo un plan B, en caso de que México entre al capítulo más siniestro de su historia.

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