JUAN IGNACIO ZAVALA
La PGR se ha convertido en una involuntaria enterradora de este sexenio. Está encabezada por un desconocido que quedó como titular al salir Raúl Cervantes –el tercero del sexenio–, con lo que tenemos un cuarto procurador que solamente ha dado de qué hablar por sus repetidas omisiones y torceduras.
Si se hubiera diseñado un plan para acabar de darle en la torre a esa institución, este gobierno lo ha cumplido a cabalidad. La distorsión del objetivo institucional, el uso burdo y cínico de la Procuraduría para fines políticos y hasta meramente personales; la ineficiencia como norma, la tropelía como acción principal, han llevado al deterioro absoluto a lo que alguna vez significó autoridad. La imagen del actual titular es, quizá, la expresión física más adecuada de lo que han hecho de esa institución: un sepulturero.
Cuando Raúl Cervantes se fue, anunció que había casi concluido la investigación sobre el asunto de Odebrecht. Seguimos esperando alguna noticia al respecto, sin que se nos diga si el exprocurador mintió o si al actual simplemente no le dieron ganas de seguir adelante con la investigación; le ordenaron darle “carpetazo” o se perdió en el laberinto que es una institución de ese tamaño. El asunto es que de la PGR solamente sabemos de su parcialidad, de su participación en el panorama político electoral, lo que hace de las peores maneras posibles.
Como es sabido no soy fan de Ricardo Anaya. Creo que está en problemas porque sí está metido en líos financieros que no sabe aclarar, por más que haga videos con cartulinas –sospecho que es accionista de Office Depot por la gran cantidad que invierte en materiales de papelería. Alguien que necesita ocho minutos para explicar por qué está metido en un problema, está metido en otro problema al tardar tanto en su explicación. Pero, más allá de eso, es innegable que la PGR hizo una triquiñuela jurídica, una idiotez política y una burrada mediática al difundir un video de Anaya adentro de las instalaciones de la Procuraduría. ¿A quién le sirvió esa difusión? ¿En qué incriminaba a Anaya, en qué lo exhibía? Simplemente demeritaron su propia investigación. Ahora se desiste de actuar por determinados delitos en contra de uno de los símbolos de la corrupción priista: César Duarte. Con este tipo de acciones, la PGR simplemente le da la razón a sus críticos: es una cortina de impunidad, una guarida para quien delinque y es compañero. Una institución responsable de procurar justicia, que está metida constantemente en escándalos de ineficiencia y protección de políticos corruptos, es siempre una mala noticia para el país. Sea del partido que sea y sea temporada electoral o no, la única ventaja es que ya falta poco para que termine este sexenio. A ver qué dejan.
Nota: celebro la decisión de Gerardo Esquivel, conocido académico, que dirigiera la Fundación Belisario Domínguez en el Senado, de hacer público su apoyo a AMLO y su participación con ese candidato. Aunque ya se supieran sus simpatías, el especificarlo se agradece, no porque vayan a cambiar sus juicios y argumentos, sino porque al estar en campaña es claro que entra en el terreno de la propaganda. Es una pena que muchos de sus colegas se escondan en una falsa “objetividad”, o porque se sienten faros de la imparcialidad. Sobre todo aquellos que comulgan con Anaya y que les da pena decirlo.
“(PGR) está metida en escándalos de ineficiencia y protección de políticos corruptos”
“Es una cortina de impunidad, una guarida para quien delinque y es compañero”