La guerra California-Trump
San Diego, California. Desde Franklin Delano Roosevelt, a finales de los años 1930s, ningún presidente se había tardado tanto en venir a California como Trump. La diferencia es que FDR lo hizo en tren y confinado a su silla de ruedas. Al actual presidente no le gusta viajar a donde no es querido. Perdió el estado más poblado de Estados Unidos por más de cuatro millones de votos en 2016.
Trump visitó el miércoles pasado San Diego con el motivo de inspeccionar ocho masivos prototipos de su “enorme y hermosa pared” para dividir a México de Estados Unidos. En el evento, con los prototipos como telón de fondo, se le fue a la yugular a los californianos: “las políticas santuario de [este estado] ponen a toda la nación en riesgo, son mejores amigos de los criminales.” Durante las últimas dos décadas, California se ha convertido en la antípoda del trumpismo. Sus líderes como el gobernador Jerry Brown (2011-2019) o bien como el asambleísta Gil Cedillo (quien logró otorgar licencias de manejo a los inmigrantes indocumentados) se han erigido en grandes campeones de la comunidad migrante. A nivel federal, Nancy Pelosi, líder de los demócratas en la Cámara Baja y las dos senadoras (ambas demócratas), Dianne Feinstein y Kamala Harris, son un dolor de cabeza para las posiciones antiimigrantes de la Casa Blanca.
En 1994, a través de la Pro- puesta 187, California inició un movimiento que se volvería nacional para quitarles derechos a los inmigrantes sin documentos, como el acceso a la salud y a la educación. Ese movimiento anidaría en estados como Texas o Arizona. En California, sin embargo, tuvo un efecto boomerang. Demócratas y latinos, acicateados por la embestida antiinmigratoria que le permitió al entonces gobernador republicano Pete Wilson reelegirse, formaron una coalición pro inmigrante que se ha convertido en la más importante del país. Incluso provocó una gran resistencia civil, una manifestación de cerca de 100 mil personas. Uno de sus organizadores, Gil Cedillo, entonces dirigente sindical, ganaría fama nacional y eventualmente sería elegido a la asamblea estatal. En la actualidad, todos los cargos públicos por elección en el estado están ocupados por demócratas.
Una semana antes que Trump, su procurador general, el racista come inmigrantes Jeff Sessions, visitó la capital del estado, Sacramento. En un discurso ante policías, denunció a los funcionarios estatales como “extremistas radicales” e inició una demanda legal contra California por prohibir la cooperación de sus policías con los agentes federales de inmigración.
Trump, como bravucón profesional, enardeció la disputa con este estado en su visita y arremetió contra Brown —“es un pésimo gobernador de California. Tiene los mayores impuestos en Estados Unidos. En una zona fuera de control.” El veterano Brown, quien no tiene pelos en la lengua y también cuenta con dedos tuiteros, contestó, “gracias por sus aplausos @realDonaldTrump, pero los puentes siguen siendo mejor que los muros. Y California permanece como la sexta mayor economía del mundo y es el estado más próspero de la Unión. #Hechos.”
El gobernador, quien está por terminar su segundo cuatrienio el próximo enero, se ha asegurado que su legado consista en muchos puentes tendidos hacia los latinos del estado y hacia el país contiguo del sur. Una y otra vez ha insistido en que todos los mexicanos, incluidos los no autorizados, son bienvenidos. Además de firmar la ley que permite otorgar licencias a los indocumentados, ha desarrollado un importante esquema de cooperación contra el calentamiento global con México y Canadá.
Los prototipos de Trump se encuentran a menos de dos millas de un puente que literalmente está uniendo a Tijuana con San Diego, el llamado Cross Border Xpress (CBX). Este puente, que cuenta con una garita aduanal para acceder a Estados Unidos, fue inaugurado en 2015 con financiamiento e inversión privada mexicana y estadounidense. En sólo dos años ha logrado incrementar el número de turistas y pasajeros de 4.83 a 7.2 millones. San Diego es una de las ciudades de este país que más se ha beneficiado de la apertura comercial a raíz del TLCAN. Según un estudio del Centro de Estudios México-Estados Unidos de la Universidad de California en San Diego, los dos socios comerciales más importantes de la ciudad son México y Canadá. El año pasado exportó a nuestro país cerca de 6 mil millones de dólares y a Canadá mil millones de dólares. De las exportaciones a México, una tercera parte tuvieron como destino Baja California y de éstas, aproximadamente mil millones de dólares, son comercio intra-firma, lo cual evidencia la dinámica de la integración regional. Cada día por los puentes fronterizos cruzan cerca 70 mil vehículos hacia el norte.
Trump no es bienvenido a California. Mi amigo Andrew Seele, quien acaba de escribir el libro Vanishing Frontiers (Fronteras borradas), escribió “mientras la visita del presidente Trump a la frontera subrayó el muro que pretende erigir entre los dos países, la verdadera historia a su alrededor será el puente construido entre San Diego y Tijuana, dos ciudades que en el pasado fueron vecinos lejanos, pero cada vez funcionan como una única y prospera área metropolitana.”