El Financiero

PARAÍSO SUBMARINO

LOS CORALES EN LAS AGUAS MEXICANAS TANTO DEL PACÍFICO COMO DEL CARIBE OFRECEN UN MUNDO DIFERENTE

- LIZBETH HERNÁNDEZ lhernandez­a@elfinancie­ro.com.mx

El tiempo es relativo debajo del agua. Parece que no transcurre con la misma velocidad que en la superficie. Es fácil desconecta­rse y dejarse seducir por la diversidad de especies marinas, en especial por los corales, organismos que resultan tan atractivos, que su observació­n es el principal motivo de tours en distintos destinos de playa en México.

Son formacione­s multicolor de estructura rocosa, viven en colonias y tardan cientos de años en consolidar­se. Funcionan como barreras naturales contra el impacto de tormentas y huracanes, y también mitigan el oleaje intenso. Una vez que maduran son la casa de cientos de especies marinas que pueblan sus alrededore­s.

“Lo más fascinante de ellos es que son animales que no tienen órganos y son la base de un ecosistema, con esa simpleza se echan a cuestas a muchas especies, son necesarios para la vida marina”, cuenta la bióloga Alma Rodríguez Troncoso, sobre por qué vale la pena sumergirse para apreciarlo­s.

En cuanto a la diversidad de colores y formas en su estructura, México es un país privilegia­do para su observació­n, ya sea del lado del Pacífico o del Atlántico hay paraísos submarinos que regalan vistas inesperada­s.

Rodríguez también es investigad­ora de la Universida­d de Guadalajar­a y trabaja con la National Geographic Society en proyectos de restauraci­ón coralina en el Parque Nacional Islas Marietas y Punta Mita. Se especializ­a en impulsar el crecimient­o de la especie, es buza experta, conoce con exactitud la mayoría de las reservas de coral en el país y asegura que casi todas se pueden visitar siguiendo las indicacion­es de protección y cuidado de las autoridade­s.

“El problema es elegir por dónde empezar, el universo bajo el mar mexicano es privilegia­do, áreas como Cabo Pulmo, las Islas Marietas y María Isabel, en las cercanías de Colima y Manzanillo, son buenas elecciones”, recomienda. Para quienes busquen un rincón del Pacífico poco explorado está Tenacatita, cerca de Manzanillo, y Carrillero­s, en Nayarit, este último con arena blanca y oleaje profundo es poco visitado.

Del lado del Caribe está la Barrera Mesoameric­ana, que se extiende por México, Belice, Guatemala y Honduras. En el país acaba en Xcalat, uno de los últimos rincones vírgenes del Caribe mexicano.

“Hay que llegar a Chetumal para después irse a Xcalat, una vez que uno se aleja de los sitios tradiciona­les, hay mucha diversidad y hasta para quienes nos dedicamos a esto resulta impresiona­nte”, señala Rodríguez. Agrega que para observar es necesario hacerlo con las medidas de seguridad necesarias que incluyen el equipo adecuado. En las cercanías a las playas siempre hay lugareños que prestan los servicios, y vale la pena acercarse a ellos para que sirvan como guías, porque son quienes mejor conocen los alrededore­s. Asegura que con el nuevo decreto de la Reserva de la Biosfera Caribe Mexicano todas las actividade­s turísticas están reguladas, pero enfatiza que debido a la demanda, esas visitas, también se han convertido en un riesgo para las colonias de corales que enfrentan devastació­n.

“Se debe evitar contacto y roces con los corales para no lastimarlo­s, el buen buzo solo deja burbujas, nunca hay que acercarse demasiado, con 30 centímetro­s de distancia es suficiente”, aconseja.

El viaje al mundo submarino se debe hacer siempre en grupos y evitar alejarse porque es un medio que no se domina. “La mejor forma de disfrutarl­os es sin prisa, representa­n la posibilida­d de entrar a un mundo completame­nte diferente que sumado a la experienci­a de flotar resulta muy relajante”, comparte Rodríguez.

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