El Financiero

Contratos: ¿lo caido caido?

- Salvador Camarena Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @salcamaren­a

rase una vez que este gobierno iba a construir un tren de la Ciudad de México a Querétaro. Pero luego ocurrió que uno de los contratist­as de esa empresa había hecho el favor de construir una casa a la esposa del Presidente y el proyecto ferroviari­o descarriló­se para enfado de, entre otros, la nación china que, contrato en mano, se quedó sin obra. Érase otra vez que justo hace un año un día sí y el otro también se apuraban los trabajos del Paso Exprés de Cuernavaca. El secretario Ruiz Esparza quería quedar bien con su jefe y hacer que la obra inaugurara la vacación de la Semana Santa. Dos meses después, un socavón mató ahí a dos personas que circulaban sobre la flamante, pero hueca, autopista. Cuando se revisaron los contratos, supimos que la carretera había costado el doble de lo presupuest­ado, y también descubrimo­s que ninguno de los contratist­as tuvo a bien considerar un cuerpo de agua que lleva ahí toda la vida.

Érase, finalmente, una administra­ción que no podrá inaugurar el otro tren que pensaba tener listo para este año. Así que el mandatario mexiquense no podrá hacer en ferrocarri­l, el 1 de diciembre, el trayecto de regreso a su añorada Toluca: los contratos, por lo pronto, no tuvieron la palabra de honor y esa obra no se verá concluida antes del 30 de noviembre.

En el sexenio de La Estafa Maestra (convenios bien firmados por cientos de millones de pesos que no son lo que dicen ser), los empresario­s se dicen al punto del infarto porque un candidato (ya saben quién) ha prometido revisar los contratos del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México y los otorgados en las rondas petroleras.

En la administra­ción que no le cuidó las manitas a los Duarte, a Borge, a Sandoval… en los tiempos en que se ha vuelto más que leyenda una industria multimillo­naria de empresas fantasma, escuchamos el rasgamient­o de las vestiduras porque qué será de nuestro impoluto Estado de derecho si el próximo presidente no honra (qué gran verbo, supongo que algo tendrá que ver con honradez) los compromiso­s de México con el gran capital.

Jesús bendito, ¿qué irán a decir de nosotros en la OCDE si la próxima administra­ción revisa con lupa algún contrato del NAICM? ¿Con qué cara iremos a las reuniones de la APEC? ¿O a Davos? Supongo que con la misma cara de ser la única nación de América Latina que al revisar las confesione­s de corrupción de Odebrecht nomás no encuentra ni un triste peso podrido de esas operacione­s en suelo mexicano, ni mucho menos a quién se lo embolsó. Y de todo eso hay contratos entre la constructo­ra brasileña y Pemex, contratos que por cierto luego se pagaron muy por encima de lo estipulado al firmarlos.

En ese mismo país, en la presente elección hay un candidato presidenci­al que busca que la gente le crea que enjuiciará a Enrique Peña Nieto por eventual corrupción. Si tal oferta de Ricardo Anaya fuera consistent­e, tendría que ser él, antes que otro, quien más solicitara que ya se instale un grupo de revisión transexena­l de lo que Ruiz Esparza está haciendo en el NAICM (¿o ustedes honrarían, a ciegas, lo que hubiera amarrado el secretario de Comunicaci­ones y Transporte­s?).

Solo por si hiciera falta decirlo, estudios de México Evalúa (http://mexicoeval­ua. org/2016/04/29/resumen-ejecutivo-de-metrop/ en 2016) y del IMCO (https://imco.org.mx/ articulo_es/indice-riesgos-corrupcion-sistema-mexicano-contrataci­ones-publicas/) dan cuenta de un rosario de insuficien­cias (sistémicas para sorpresa de nadie) en los contratos que firma nuestro gobierno: hay enorme falta de transparen­cia, por decir lo menos. Por último, los contratos de obra pública están permanente a revisión, tanto que se amplían o autorizan mayores presupuest­os, de ahí que no sea una locura que alguien busque que se analicen una vez más. Por lo que es pertinente preguntar, en el marco de los escándalos de corrupción de este sexenio, ¿de qué se tratan los lamentos de la IP, de hacer imperar aquello de lo caido caido, o de hacer cumplir –de verdad– el Estado de derecho?

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