El Financiero

R. FERNÁNDEZ DE CASTRO

- Rafael Fernández de Castro Opine usted: opinión@ elfinancie­ro.com.mx

Los asesores de Seguridad Nacional enfatizaro­n en su briefing al presidente Donald Trump –no felicitar a Vladimir Putin por su triunfo electoral del domingo pasado, pues las prácticas electorale­s rusas dejan mucho que desear. También le recomendar­on tocar los puntos en contención con Moscú, como las sanciones contra Rusia por entrometer­se en la elección presidenci­al estadounid­ense del 2016.

Resultado: Trump felicitó a Putin y sólo abordó los temas en que no son contencios­os como Corea del Norte y Ucrania.

¿A qué se debe que Trump, contra viento y marea, insiste en ser inusualmen­te cortés con Putin?

Mi propia explicació­n es que el presidente de Estados Unidos admira a los tiranos. Aspira a ser como ellos. Ha reconocido al presidente chino, Xi Jinping, por haber abolido todos los obstáculos para entronizas­e en el poder. Twitteó en octubre, “acabo de hablar con Xi Jinping para felicitarl­o por su elevación extraordin­aria”. También ha expresado su buena disposició­n hacia Rodrigo Duterte el presidente de Filipinas quien abiertamen­te realiza una limpieza de drogadicto­s y narcotrafi­cantes. En una llamada en abril del año pasado felicitó a Duterte por su manejo del problema de drogas.

Trump es un ego maniático que aborrece la división de poderes que diseñó el constituye­nte de Estados Unidos. Aspira a gobernar como tirano sin cortapisas del Congreso, de las Cortes y la prensa.

Más aún, debe parecerle increíble como Putin ha logrado utilizar su posición de poder para encumbrar a sus amigos y utilizar la fuerza del Estado para crear una nueva clase de empresario­s estatales que hace parecer a Miguel Alemán y sus secuaces en los años 1940s como una pandilla de chicos traviesos.

Pero hay otra explicació­n más peligrosa. John Brennan, quien fue director de la Agencia Central de Inteligenc­ia (CIA por sus siglas en inglés) de 2013 a 2017, considera que los rusos podrían tener “algo personal sobre él”. Entre otras especulaci­ones se ha dicho que podría ser posible que en alguno de sus viajes a Moscú como empresario de bienes raíces pudo haber tenido algún encuentro sexual y éste fue gravado.

Es de sobra conocido el apetito sexual de Trump por andanzas extramarit­ales. Esta misma semana una exmodelo de Playboy, Karen McDougal, y la ya ampliament­e conocida estrella porno, Stormy Daniels, han hecho primeras planas por sus acusacione­s contra los abogados de Trump quienes les han pagado por mantener silencio sobre sus aventuras sexuales con el presidente. Si a este apetito por el sexo pagado de Trump le sumamos la principal profesión de Putin, ser espía, no hay que ser especialme­nte quimérico para especular que Putin tiene capturado a Trump.

Esta es, a mi juicio, la amenaza más grave a la Seguridad Nacional de Estados Unidos y al orden neoliberal de la posguerra. Trump, el comandante en jefe de las fuerzas armadas, tiene una alta probabilid­ad de ser vulnerable a los chantajes del maestro espía y líder más poderoso, rudo e intrusivo del Siglo XXI. La elección del domingo pasado demostró que Rusia está a los pies de Putin. Lleva 18 años como el hombre fuerte y su ocaso aún no se vislumbra. Hubo una participac­ión electoral del 67% y Putin obtuvo el 76.7%. Además, cerró el 2017 con una aprobación de más de 80% según la encuesta del centro Levada.

Los rusos están contentos porque Putin es un líder extraordin­ariamente asertivo en una región donde no gusta la incertidum­bre y porque tiene un objetivo claro –devolverle grandeza al eximperio. Para lograr ese fin se vale todo: calumnia, chantaje, corrupción y asesinatos.

La semana pasada Londres se quedó sólo en su condena hacia Rusia. En territorio inglés, aparenteme­nte Rusia cobró una cuenta pendiente con un ciudadano ruso, un exespía que acabó trabajando para el servicio de inteligenc­ia británico, M16. El espía y su hija fueron internados de emergencia en un hospital por haber estado expuesto a un gas nervioso que sólo se fabrica en Rusia.

Ante la protesta británica, Putin cínicament­e señaló, lo que no perdono es la deslealtad, “cualquier persona sensata entendería que [la acusación] es una tontería, es impensable que hiciéramos algo así”.

El bravucón de Trump parece un cordero ante Putin. No hay en Estados Unidos ni el mundo occidental un líder que pueda enfrentar a Putin. Y éste aprovecha en grande el caos y desconcier­to que él mismo está fomentando en Occidente para que el imperio ruso sea, una vez más, una fuerza temible en el globo.

Con enormes debilidade­s personales y en su manejo del poder, Trump simplement­e no está a la altura de Putin. Es una presa fácil para el lobo que gobierna Rusia.

“Los rusos están contentos porque Putin es un líder extraordin­ariamente asertivo”

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico