Cuatro Méxicos Posibles en 2030
El primero, llamado “México agandallado”, es un escenario en donde el grupo en el poder lucha por mantener sus privilegios mientras la ilegalidad, la inseguridad y la inequidad (las tres íes) aumentan progresivamente y se debilitan las instituciones. Este es el México de la inercia, pues las acciones tomadas se limitan a contener y no a solucionar los problemas.
El segundo, el “México pasmado”, donde la sociedad civil organizada incide en la toma de decisiones, pero los acuerdos continúan siendo cupulares. Hay algunas iniciativas para mejorar el Estado de derecho, pero hay una disminución desordenada de la ilegalidad, inseguridad e inequidad. Este podría ser el México de un mayor pluralismo político, pero con un sistema todavía alejado de la sociedad. El tercer México posible es el “México responsable”, donde políticos y empresarios están dispuestos a renunciar a sus privilegios. Esto genera que aumente la confianza ciudadana, que surja un verdadero contrapeso por parte de la prensa independiente y que se rompa el pacto de impunidad entre la clase política y empresarial. La ilegalidad disminuye en el corto plazo, mientras que la inseguridad e inequidad disminuyen progresivamente. Este es el México de la cultura de la legalidad.
El cuarto escenario para 2030 se denomina “México fallido”. Aquí la sociedad se polariza y hay una disrupción generalizada. Todo empeora, mientras el crimen organizado se apodera del territorio nacional y se paraliza la economía. Este podría ser el México del estado de excepción.
Estos son cuatro escenarios que México puede enfrentar en las próximas dos décadas según el grupo Méxicos Posibles, integrado por más de 70 personas, quienes durante tres años se reunieron para delinear algunas alternativas que podríamos construir para tener un México responsable en la próxima década. Según Méxicos Posibles, el desafío central para construir un país próspero y en paz requiere derribar los tres obstáculos centrales: inseguridad, ilegalidad e impunidad (las tres íes). Pero acaso lo más notable de este grupo –del que orgullosamente formo parte– no es el diagnóstico, sino su diversidad y su método de trabajo. El grupo incluye activistas, empresarios, consultores, exrebeldes guerrilleros, académicos, líderes sindicales, funcionarios de gobierno y políticos de todos los partidos, incluido Morena. Gracias a la experiencia pedagógica y lúdica que ofrece la metodología de colaboración elástica y horizontal de Reos Partners, una consultora de innovación social, he aprendido que cambiar un país no es un concurso de quién tiene la mejor idea, ni tampoco de quién tiene más fuerza política. Tampoco consiste en diseñar la mejor reforma estructural y ejecutarla; menos aún es asunto de redactar una nueva Constitución. Cambiar un país requiere escuchar, entender las motivaciones del otro y transformar la terca realidad mediante una cooperación horizontal. Quizá por ello los países se equivocan una y otra vez en su ruta de desarrollo, porque caminan como quien da palos de ciego, queriendo romper una piñata ofuscado por el griterío de cientos de voces que cantan de forma desentonada y sin la cooperación para lograr una meta común. Escuchar al otro y ser empático con su perspectiva no significa ceder a las creencias propias sino enriquecerlas. Quizá por eso México fracasa una y otra vez, porque desde el siglo XIX hemos vivido enfrascados en un concurso entre liberales y conservadores, entre revolucionarios y opositores, entre creyentes del libre mercado y estatistas y, muy recientemente, entre el pueblo y la mafia del poder.
Las etiquetas sirven para simplificar la discusión de unos contra otros, pero con frecuencia impiden escuchar. En esta temporada de campañas políticas las etiquetas nublan el diálogo y polarizan las redes sociales. Casi no hay escucha sino diatriba; casi no hay entendimiento de la posición del otro, sino aniquilación. Qué México tendremos en 2030 es una decisión u omisión de todos los mexicanos. Pero no será fruto de que gane uno u otro partido el 1 de julio; tampoco será resultado de nuevas reformas estructurales o de revertir las existentes. Será fruto de escuchar, dialogar y de cooperar de forma innovadora. Ese es el nuevo paradigma que busca Méxicos Posibles.
“‘México fallido’. Aquí la sociedad se polariza y hay una disrupción generalizada. Todo empeora”
“‘México responsable’, donde políticos y empresarios están dispuestos a renunciar a sus privilegios”