El Financiero

No al populismo

- Jaime Sánchez Susarrey @sanchezsus­arrey

Arrancan las campañas. Tres meses pasan volando. Pero nada está definitiva­mente escrito. Aunque las probabilid­ades de triunfo de AMLO son ahora mayores que al cierre de las precampaña­s. El saldo de la intercampa­ña es desigual. Tomo como referencia los números de Oraculus: favorable, sin duda, para el que se afianza como puntero. Regular para Anaya, que perdió el impulso ascendente. Pasadero para Meade que es más conocido, pero no prende. Azul y buenas noches para Zavala que prácticame­nte desapareci­ó del mapa, pero está en la boleta. Lo relevante de la intercampa­ña no fue la contienda soterrada entre candidatos, sino la intervenci­ón de la PGR contra Anaya. Sin embargo, el resultado no es definitivo. Por un lado, frenó a Anaya pero no lo hundió. Por el otro, ahora hay más escepticis­mo acerca de si la PGR de verdad tiene un expediente, y se expande la percepción que es una maniobra política.

Como quiera que sea, las estrategia­s futuras de los candidatos responderá­n a la actual correlació­n de fuerzas.

• AMLO. Conservar la ventaja, exponerse lo menos posible, rehuir los debates y armarse de prudencia para evitar los errores de 2006. Por lo demás, no hay que subestimar­lo, es un polemista astuto y taimado.

• Anaya. Echar toda la carne al asador. Pero su estrategia funcionará

“En política, ya se sabe, no cuentan las intencione­s, sino las acciones y sus consecuenc­ias”

“Correspond­e a las organizaci­ones civiles y empresaria­les exigir a los partidos que se comporten”

sólo si la contienda se cierra entre él y López Obrador. Si no es el caso, sus esfuerzos se diluirán en defenderse de los asaltos de Meade y la PGR.

• Meade. Persistir en alcanzar y rebasar al candidato de Por México al Frente. Es previsible, por lo tanto, que la ofensiva de la PGR se mantenga. Sin embargo, si en las primeras semanas no registra un alza sustantiva en sus intencione­s de voto, el candidato y el gobierno deberán asumir que ese arroz ya se coció.

• Zavala. Sueña con crecer y convertirs­e en una opción real. Pero lo más probable es que oscile entre 5 y 10 por ciento. Comparte con Meade un mismo objetivo: lo que pierda Anaya lo capitaliza ella.

Para López Obrador, el mejor de los escenarios es que los números y las tendencias actuales no se modifiquen. Anaya estancado entre 25-30 por ciento, como consecuenc­ia de la ofensiva del gobierno; Meade con un 20-25 por ciento, que no lo sacaría del tercer sitio. Y Zavala fortalecid­a entre 5-10 por ciento. ¿Qué posibilida­des hay que las cosas cambien? Los candidatos se confrontar­án abiertamen­te entre sí y con los medios. Se les exigirá mayor precisión en sus planteamie­ntos y habrá tres debates en los que todos participar­án. ¿Bastará eso para modificar las tendencias? Dependerá de la efectivida­d de las campañas. Elemento adicional a subrayar. AMLO había logrado proyectar la imagen, entre empresario­s y ciudadanos, de haber cambiado y no representa­r ningún peligro. Sin embargo, esa percepción ha empezado a erosionars­e. De ma- nera tal, que será confrontad­o sistemátic­amente.

Para no ir más lejos, allí está la advertenci­a de Vargas Llosa sobre el populismo y el peligro de la “revolución bolivarian­a”. Y, a modo de antídoto, el primer spot de la campaña de López Obrador buscando demarcarse de Maduro y el socialismo del siglo XXI.

Por lo pronto, es “natural” que todas las fuerzas políticas hagan cuentas alegres. AMLO, que ya ganó. Anaya, que podrá superar la ofensiva en su contra y consolidar­se como la opción. Meade, que rebasará a Anaya. Y Zavala, que dará un gran salto.

Pero no hay que confundir deseos con realidades. En política, ya se sabe, no cuentan las intencione­s, sino las acciones y sus consecuenc­ias. El aquí y ahora es capital.

Pese a las contradicc­iones y tensiones cada vez más fuertes entre el PRI, PAN-MC-PRD, Zavala, todos coinciden en que López Obrador representa un peligro mayor. No sólo porque echaría atrás las reformas, sino porque pondría en cuestión el vapuleado sistema democrátic­o e institucio­nal.

Sin embargo, la altura de miras no es una cualidad de nuestra clase política, por eso correspond­e a las organizaci­ones civiles y empresaria­les exigir a los partidos que se comporten responsabl­emente. Si los venezolano­s hubieran registrado el peligro que representa­ba Hugo Chávez, y se hubieran cohesionad­o a tiempo para impedir su llegada, no estarían donde están. En México, aún estamos a tiempo. No al populismo.

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