CARICA EPICA
La Compagnia Finzi Pasca vuelve a México con un espectáculo intimista, Bianco su Bianco, en el que muestra otra forma de su teatro della carezza
Después de crear el fastuoso show para la clausura de los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi 2014, la Compagnia Finzi Pasca necesitaba un respiro. Ese mismo año estrenaron Bianco su Bianco, un montaje de solo dos actores, en el que exploran la violencia en la infancia. “Necesitábamos un proceso de purificación, algo más íntimo”, dice su director, Daniele Finzi Pasca, quien regresará a México para presentar esa obra, en el Centro Cultural Helénico, a partir de este jueves.
“Es teatro dentro del teatro: un técnico y una actriz (Goos Meeuwsen y Helena Bittencourt), parados sobre el escenario y jugando con la iluminación, exploran la memoria, un tema que tocamos en muchas de nuestras creaciones; y es que, aunque el recuerdo sea doloroso, siempre puede pasar por la caricia, por la levedad”, dice el artista suizo. Los espectáculos de Finzi Pasca, tanto las grandes producciones como el pequeño formato, tienen un efecto épico en el público, que se conmueve ante la belleza de las historias y la forma de presentarlas. Son interpretadas por artistas que son actores, acróbatas, bailarines y músicos. Sea Corteo, su creación para el Cirque du Soleil, su versión de la ópera Aida para el Teatro Mariinsky, o su más reciente encargo: el espectáculo principal (y el diseño de la arena donde se presentará) de la Fête des Vignerons, de Vevey, Suiza, que tiene lugar cada 20 años desde siglo XVIII y reúne a más de 500 mil personas durante cuatro semanas de fiesta. Esa forma suave o ligera de hacer épica está presente en su trabajo desde hace 25 años, cuando comenzó a recorrer el mundo junto a la compañía Teatro Sunil, con
Ícaro, su espectáculo más reconocido. Un unipersonal, que protagonizó él mismo. “Quería hablar
“Mis historias no son de héroes que tienen diálogo estrecho con el divino, más bien de compañeros de vida que sobresalen gracias al abrazo de un amigo”
DANIELE FINZI PASCA
Director escénico
de la esperanza dándole vida a un anti-héroe, hecho de la misma materia que cada uno de nosotros, que solemos perder y solo a veces, por un instante, logramos ganar”. El distintivo de sus creaciones es la exploración de lo humano, por lo que resultan atractivas y gratificantes para el público de distintos países. “Como las historias que vienen de la cocina de tu abuela, son entrañables, optimistas. Cada uno tiene que contar lo que conoce, y nos sorprende escuchar historias sencillas que, pese a venir de lugares lejanos, son tan parecidas a las que uno vive”.
Ese espíritu humanista anima todos sus montajes, se trate de obras monumentales o piezas íntimas, como Per Te, un título estrenado en 2016 para honrar la memoria de su fallecida esposa, Julie Hamelin Finzi. Se trata de una alegoría del amor que rodeó la enfermedad y muerte de Julie, que acaba de presentarse en el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá y que trajo a México el año pasado.
“Mis historias no son de héroes que tienen diálogo estrecho con el divino, más bien de compañeros de vida que sobresalen gracias al abrazo de un amigo”, asegura el creador del teatro de la caricia, que describe como “el gesto poético del
clown que anima tanto un monólogo como una Ceremonia Olímpica; el teatro, la danza, el circo, la ópera y el cine. Un gesto invisible y un estado de ligereza”.
Finzi Pasca es un pacifista a ultranza. De joven pasó un tiempo en prisión por rehusarse a hacer el servicio militar. “Es una experiencia que se ha ido reflejando tanto en mi vida como en mi trabajo”, dice. Bianco su Bianco, por ejemplo, plantea la forma en la que puede sobreponerse alguien que de niño vivió en un ambiente violento. “La violencia no debería suceder nunca, pero con los niños se vuelve todavía más horrorosa. Sufrirla en la infancia a veces nos permite explicar la forma como ciertas personas se mueven en la edad adulta. Dado que nuestra tarea es encontrar historias que puedan sanar una sociedad, en el montaje este círculo violento logra quebrarse con la fuerza del amor. El amor puede crear una detonación dentro del alma que te vuelve distinto, aunque tu destino parecía ir en cierta dirección. El amor, o la levedad, como nosotros lo llamamos, es el único antídoto que tenemos contra la fatalidad”, afirma.
Esta misma preocupación atraviesa su visión escénica de Aida, que forma parte del repertorio del Mariinsky desde hace seis años. “Al público le gusta ver la forma cómo resolvimos el reto de mostrar, en estos tiempos de xenofobia, al coro majestuoso que pide ‘muerte, muerte al extranjero’. ¿Cómo hacerlo sin exaltarse? Los coloqué en una especie de manicomio, con armas hechas de papel. Se vuelve una obra pacifista al final de cuentas; es nuestra forma de contar historias”.