Sones, décimas y jaranas harán la fiesta en la CDMX
El más grande escaparate capitalino del son jarocho llega a su sexta edición
En los años 60, incluso en los Tuxtlas, en Veracruz, el son jarocho estaba prácticamente en el olvido. “Las nuevas generaciones ya no querían tocarlo, estaban muy contentos con la cumbia y el chuntata”, dice Eduardo Lizalde Farías, productor y director del encuentro sonero que este año llega a su sexta edición. Gracias al trabajo de los grupos Mono Blanco -que acaba de celebrar su 40 aniversario-, Chuchumbé y Los Cojolites, este género musical es reconocido internacionalmente. “Ellos y otros músicos empezaron a acercarse a quienes estaban aún haciendo esa música y se reencontraron. Fue la misma gente la que se acercó de nuevo a este género y las instituciones como Radio Educación o la Casa de Cultura de Tlacotlalpan, también apoyaron”, agrega. Hoy el son jarocho se toca en Tokio, en el Carnegie Hall de Nueva York, o en el Palacio de Bellas Artes de México, y su encuentro capitalino anual se realizará del 5 al 8 de abril, en distintas sedes (vea www.cenart.gob.mx). “Antonio García de León cantaba las coplas de Arcadio Hidalgo en los mítines estudiantiles de 1968 y más o menos por esos años, el INAH hizo un disco muy importante con los grandes exponentes del son de esa época, hombres ya mayores encabezados por Arcadio Hidalgo, que estaban tocando en los fandangos de sus ranchos. Todo está documentado; desde entonces para acá el son se ha mantenido vivo”, cuenta Lizalde Farías. Se trata de un género musical que no pertenece a una sola geografía. Se toca en Tabasco, en Oaxaca, y Veracruz, explica. “Es un hecho regional, que no respeta fronteras. La cultura es capaz de cruzar mares y montañas, como dice Antonio García de León; el Papaloapan es el gran transmisor cultural del son, hay jaraneros de los dos lados del río: en Oaxaca y en Veracruz. En la fiesta de San Juan, los caballerangos de Tuxtepec cruzan el río para honrar al Cristo Negro de Otatitlán, ahí está la identidad”.