Todos cayeron en el garlito
El diferendo por la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) entre Andrés Manuel López Obrador y los otros candidatos presidenciales, así como con el gobierno de la República, está en un punto de quiebre; y a pesar de que las obras llevan un avance significativo del orden de 70 mil millones de pesos para finales de este año, AMLO insiste en cancelarlo y llevar el proyecto a la base militar de Santa Lucía.
La discusión se lleva en varias pistas, la principal, la políticoelectoral, en la cual se ventilan todo tipo de posicionamientos con la finalidad de granjearse la simpatía del electorado. En este tema, el discurso populista contra el dispendio de enormes recursos manejados por funcionarios corruptos, se vende solo y representa una veta de oro electoral que nadie puede desecharla. Ubicar este tema en la agenda pública le ha representado a Andrés Manuel mayor presencia en el ánimo de los electores, amén de desviar la atención sobre diversos asuntos escabrosos para él, como las candidaturas altamente cuestionadas de Morena al Congreso, como la de Napito.
Todos han caído en la celada, desde la Presidencia de la República hasta los propios candidatos y el sector empresarial. Todos se desgañitan por defender al NAICM sin considerar que es una propuesta más de un candidato que, si bien es el puntero en las encuestas, también se ha caracterizado por poner en la mesa de discusión posturas tan absurdas como inviables. López Obrador apenas es candidato, no es presidente de la República.
En lugar de que los otros candidatos establezcan puntos y propuestas que definan la agenda nacional, se limitan a contestarle al Peje.
Son reactivos en lugar de proactivos.
Los empresarios bien hacen en estar aterrados por el arribo de López a la Presidencia, pero en lugar de hacer algo concreto para detenerlo, se limitan a comerse el señuelo que les ha tendido.
Y en el gobierno están peor, ya que están participando abiertamente en las campañas al fijar posicionamientos en torno a propuestas de candidatos. Vamos a suponer que era recomendable entrarle al debate como gobierno, pues entonces se manda a funcionarios que tengan credibilidad y no a un Gerardo Ruiz Esparza, que es uno de los más vilipendiados y aborrecidos del gabinete; o peor aún, se envía a otros servidores públicos de medio pelo que sólo les gana el protagonismo. Han caído en el garlito que les tendió Andrés Manuel y luego se preguntan y sorprenden sobre las razones que lo tienen colocado en la punta, en una posición cada vez más inalcanzable. No quiero imaginar qué va a pasar en las campañas que empiezan dentro de tres días, si desde ahora el nerviosismo y la torpeza prevalecen en el gobierno.
En la pista de técnicos y especialistas, la discusión es necesaria. También se requiere la participación, mediante foros de análisis, de la sociedad, pero de esto a que todos quieran opinar en un tema que al final de cuentas sólo le ha dado presencia a Andrés Manuel López, es muy diferente y peligroso.
Que sirva de lección la trampa tendida por el NAICM, ya que seguramente vendrán otras, y que por antonomasia AMLO es experto. La habilidad para manipular voluntades y ganar adeptos está más que demostrada, y si a eso le sumamos inexperiencia e ineptitud en contraparte, pues estamos amolados.