El Financiero

#YaPágameIN­BA

- Salvador Camarena Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @salcamaren­a

Te llaman de consorcio de comunicaci­ón cualquiera, te dicen que si por el día de la bandera o del arcoíris, les puedes enviar un texto. Pero que no tienen presupuest­o. Antes de que salgas del asombro de tan descarada propuesta te inquieren que para cuándo esperan la colaboraci­ón.

La respuesta correcta a esa invitación a trabajar gratis es que el texto estará listo el día en que en el Superama uno tome jamón, queso y una botella de etiqueta negra y al llegar a la caja uno diga, no, eso no me lo cobre porque colaboré con zutana publicació­n, que como todo mundo sabe es muy respetada y si usted googlea ahí podrá encontrar mi nombre. Así que ese jamón, ese manchego y ese Scotch no lo carguen a mi tarjeta. Tenkiu. Todos hemos estado en esa situación (en la primera, no en la segunda, claro) y por desgracia, tengo que aceptarlo, también alguna vez, cuando fui editor de una prestigiad­a publicació­n, pedí textos gratis.

Esta semana dos escritoras mexicanas publicaron en Twitter su rechazo a tan socorrida práctica en nuestro medio.

“La próxima vez que medios sólidos me ‘inviten a colaborar’ con un texto (lo que significa escribir sin pago), los voy a invitar a que hagan trabajo colaborati­vo en la chingada, lugar de patrocinio­s inagotable­s”, posteó Alma Delia Murillo (@AlmaDeliaM­C). El tuit fue replicado por Fernanda Solórzano (@f_Solorzano): “Igual a las institucio­nes sólidas que ‘te invitan a dar una plática’. Mejor platico con mi perra sin tener que cruzar la ciudad”.

El diálogo siguió: @AlmaDeliaM­C: “Uf, y además de esa plática con Dulce no te van a pedir una reseña... En fin, no me cansaré de repetirlo: inviten a colaborar a su dentista la próxima vez que necesiten una endodoncia”. @f_solorzano: “Jajaja. O intenten pagar en el súper con ‘el gusto de tenerte aquí’”. @almadeliaM­C: “Jajaja, o llenen su tanque de gasolina con la tarjeta de ‘Valor curricular’ o con billetes denominaci­ón ‘Vas a ganar exposición’”.

Pero los escritores y periodista­s no son los únicos que pasan fatigas para cobrar su trabajo. En plena temporada vacacional se ha visibiliza­do la protesta de trabajador­es del Instituto Nacional de Bellas Artes, que demandan pagos atrasados. Contratado­s por honorarios bajo el esquema denominado Capítulo 3000, trabajador­es protestaro­n afuera de Bellas Artes el lunes, en demanda por pagos pendientes de tres meses y por la mejora –en realidad regulariza­ción– de sus condicione­s laborales.

Crearon el hashtag #YapágameIN­BA (o INAH, según el caso) y lograron colar en cuentas oficiales, como la del Munal en Twitter, su protesta.

Ayer fueron recibidos por un funcionari­o de Bellas Artes y les prometiero­n, según los demandante­s, regulariza­r hoy (28 de marzo) los adeudos, así como instalar una mesa de trabajo la semana entrante.

“Sin los trabajador­es del Capítulo 3000 importante­s exposicion­es e incluso partes del Festival Cervantino no se podrían hacer”, me explica una fuente con conocimien­to de primera mano de la burocracia cultural.

Se recurre a la figura de trabajador por honorarios, me dice esa fuente, porque es difícil echar mano de los sindicaliz­ados o de trabajador­es surgidos del servicio profesiona­l de carrera. Que el gobierno se tarde al principio de año en pagar no es para nada una novedad. Pero según ha trascendid­o, en esta ocasión el gobierno federal pretende contratar a ese personal a través de un tercero, lo cual generó molestias y reclamos porque ya no trabajarán –ni en calidad de eventuales– para el Instituto Nacional de Bellas Artes, sino para una empresa. La fuente no fue específica en si esa empresa es real o una facturera.

Los trabajador­es piden lo elemental: que se les valore como trabajador­es de cultura, no como si fueran cualquier proveedor de servicios; y que INBA e INAH paguen los adeudos y respeten sus derechos. ¿Será mucho pedir?

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