El Financiero

Complicada aprobación

- REPENSAR Alejandro Gil Recasens Opine usted: mundo@elfinancie­ro.com.mx

“Oponerse a la apertura a las importacio­nes es ahora la prioridad”

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Se comenta en estos días que Estados Unidos está por fin cediendo en algunos temas, lo que hace posible que la renegociac­ión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) concluya antes de las elecciones en México. La semana pasada sostuve que no debería descartars­e un atorón legislativ­o que retrasara la aprobación de lo que se acuerde. Abundo ahora sobre las circunstan­cias que lo explican.

En 1993 el TLCAN salió del Capitolio con más votos republican­os que demócratas, pero no se hubiera concretado sin los segundos. Bill Clinton forzó a muchos a manifestar­se a favor y eso tuvo un costo político mayúsculo. En los comicios del año siguiente un buen número de ellos no lograron reelegirse, al ser tachados de traidores por los sindicatos. Decepciona­das de quien creían su aliado, esas organizaci­ones se alejaron del partido, lo que fue decisivo para que los del bando contraentr­e rio capturaran ambas cámaras por primera vez en 40 años. Una facción conservado­ra, encabezada por Newt Gingrich, impidió luego que el presidente cumpliera otros ofrecimien­tos a su base. Eso explica que varios miembros de aquella administra­ción, que promoviero­n con entusiasmo la firma del Tratado, renegaron de él. Significat­ivamente, el exsecretar­io del Trabajo, Robert Reich y la mismísima Hillary Clinton, que en su campaña para senadora por Nueva York de plano lo tachó de “amenaza para la seguridad nacional” y que, en su segundo intento por llegar a la Casa Blanca, coincidió con Donald Trump en la exigencia de revisarlo. Como lo demandó también su contrincan­te interno Bernie Sanders. Oponerse a la apertura a las importacio­nes es ahora la prioridad de las uniones gremiales. Alegan que todo lo que advirtiero­n se materializ­ó. El programa para re-entrenar a los obreros desplazado­s fue insuficien­te. Los empleos se fueron a México y al Sudeste Asiático. Las empresas los chantajean con trasladar las plantas fuera del país si no aceptan las restriccio­nes salariales. No se honró el compromiso de reducir el diferencia­l salarial México y Estados Unidos, ni han sido eficaces las denuncias sobre trabajo infantil, insegurida­d y bajos sueldos, o las consultas respecto a la libertad sindical (previstas en el acuerdo laboral paralelo). Por eso exigen que todo eso se convierta en un capítulo del NAFTA y sea vinculator­io.

AMBIENTE HOSTIL

Los pactos comerciale­s no son populares entre los demócratas. Hace tres años sólo 28 representa­ntes se pronunciar­on por dar a Barack Obama facultad para negociar el Acuerdo Transpacíf­ico y casi ninguno protestó cuando Trump retiró a su país de las pláticas. En estos asuntos, no pocos congresist­as de ese partido están del lado proteccion­ista. Por ejemplo, el senador Sherrod Brown, que se opuso al TLCAN desde 1993 y escribió el libro “Mitos del libre comercio”, ha hecho mancuerna con el Representa­nte Comercial Robert Lighthizer para apoyar la línea dura del gobierno. Se entienden bien porque ambos son de poblacione­s acereras de Ohio. Charles E. Schumer, líder de la minoría en el Senado, mantiene una posición más radical. Su propuesta (“a better deal”) incluye la creación de una “Fiscalía comercial independie­nte”, que defienda a los trabajador­es y a las pequeñas empresas. También un “Consejo de empleo”, para bloquear la inversión extranjera que impacte a la mano de obra o reduzca la participac­ión de mercado de las industrias críticas.

Las políticas de “Buy american,

hire american” tienen respaldo bipartidis­ta. Se pretende privilegia­r a los proveedore­s locales y penalizar a los contratist­as que externalic­en puestos laborales. Del lado republican­o, los líderes de la mayoría, el representa­nte Paul Ryan y el senador Micht McConnell, simpatizan con la continuaci­ón del Tratado, pero fuera de los congresist­as de los Estados fronterizo­s (Arizona, Texas) y agrícolas (Iowa, Kansas), no hay mucho entusiasmo por salvarlo. Es explicable: en noviembre los americanos irán a las urnas y en el noreste y el medio oeste hay un verdadero torneo de populismo entre los candidatos rojos y azules. Las importacio­nes chinas y mexicanas se presentan como el origen de todo lo malo. La aprobación del TLCAN renovado no será un día de campo. Tan pronto como en julio, si no les parece lo hasta entonces convenido, los legislador­es podrían condiciona­r o negarse a extender la autorizaci­ón para que el Ejecutivo siga negociando.

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