TRABAJO CONCRETO
Las bases del Cruz Azul en Hidalgo hacen suponer que la vuelta a los éxitos deportivos es posible con el ejemplo de la Cooperativa
La Máquina está parada. En silencio. Simbolismo de los 20 años, 3 meses y 21 días transcurridos desde la conquista del octavo y último título de Liga del equipo de futbol. El 7 de diciembre de 1997 no se olvida, aunque cada vez es más difícil evitarlo. Carga infinitamente más pesada que la que soportaba aquel tren –que hoy adorna los alrededores del Estadio 10 de diciembre en Ciudad Cooperativa Cruz Azul– de los cerros de materias primas, en el Valle del Mezquital, a la cementera.
Día caluroso de marzo, de más de 25° centígrados, muy por encima de la media de 17.8° que el Inegi reportaba en el cuaderno estadístico del municipio de Tula de Allende, Hidalgo, en 1993, cuando el cambio climático aún no era una realidad. Al interior del inmueble el ambiente es templado, mezcla de la tradición familiar de los socios que hacen uso de las instalaciones del Club Deportivo Social y Cultural, A.C., y de la nostalgia que despierta una sala de trofeos en la que seguramente figuran los más de 10 campeonatos estatales conseguidos por el conjunto cruzazulino entre los años 30 y 40. Al salir, el Boulevard Cooperativa lleva en dirección al Centro Comercial (1981), al Auditorio (1983) para mil 100 espectadores y al Salón de usos múltiples (1988) para mil personas, erigidos bajo la administración de Joel Luis Becerril Benítez al frente de La Cruz Azul. De regreso resalta el –en apariencia– único semáforo en la localidad, que regula el tránsito vehicular sobre el puente de un solo carril que cruza el río Tula en dirección a la fábrica, visible desde casi cualquier punto. Frente a la estación de ferrocarril es evidente que las casas pintadas con algunos detalles en color azul en su fachada fueron construidas por la Cooperativa.
Es aquí donde este recoveco hidalguense, a tan solo 1:30 horas de la Ciudad de México, demuestra que Albert Einstein tenía más que razón: “la distinción entre el pasado, presente y futuro es sólo una ilusión obstinadamente persistente”. No importan la falta de éxitos deportivos y la constante desilusión provocada por los jugadores en la cancha, todo es idolatría.
En las cercanías de la iglesia se encuentra un busto de Guillermo Álvarez Macías, uno de los monumentos en el poblado creados en homenaje al llamado “impulsor del cooperativismo” y –junto con Carlos Garcés– constructor de La Máquina.
Once años antes de la formación del equipo Cruz Azul, el 12 de octubre de 1916, Garcés fue uno de los fundadores del América. Médico odontólogo que compaginaba su carrera profesional con su pasión por el futbol, fue contratado por la Compañía Manufacturera Portland La Cruz Azul, S.A., y que en 1920 se convirtió en el promotor deportivo de la fábrica. Posteriormente integró la primera Selección mexicana que disputó los partidos amistosos ante Guatemala en diciembre de 1923, en los que anotó un par de goles. El 22 de mayo 1927 surgió el primer equipo de trabajadores de la cementera, al que el mismo Garcés entrenó, del cual formó parte y que terminó por impulsarlo al cuadro nacional participante en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928. Fuera de las canchas incluso llegó a la presien dencia de la Federación Mexicana de Futbol, de 1937 a 1941.
El 10 de diciembre de 1953, Guillermo Álvarez Macías fue elegido como director general de la Cooperativa. Tiempo después, él y Garcés –ya convertido en director de Acción Social de la cementera– impulsaron la profesionalización del equipo de futbol, hasta llegar a la Primera División, en 1964, apenas cuatro años después de su debut en el torneo de Copa de la Segunda categoría. La ironía estaba por completarse.
Entre 1969 y 1980, el Cruz Azul llegó a consolidarse como el segundo club más ganador del futbol mexicano con siete títulos de Liga, sólo detrás del Guadalajara y muy encima del América, que entonces solo ostentaba tres. En el camino, la final de la temporada 1971-72 La Máquina se hizo de su tercer corona a costa del conjunto de Coapa, con un 4-1 en la final disputada en el Estadio Azteca, inmueble al que apenas había llegado a jugar como local esa campaña. Aquello fue el detonante de una de las principales rivalidades en el torneo local, que las Águilas –que contribuyeron de forma indirecta a la creación del cuadro cementero– se cobraron con creces en las siguientes dos finales disputadas entre ambos: 1988-89 y Clausura 2013, la última alcanzada por los celestes. La ausencia de los históricos como Miguel Gato Marín, Octavio Centavo Muciño, Javier Kalimán Guzmán y Fernando Bustos, entre muchos otros, aún pesa en el conjunto, ahora, basado en La Noria.
EJEMPLO EMPRESARIAL
“En el sistema cooperativo, lo más importante es el ser humano que ve con su esfuerzo los resultados que se obtienen se reparten equitativamente entre quienes participaron
en obtenerlos”, escribe en sus Memorias, La Cruz Azul, un ejemplo
de gestión cooperativa, Joel Luis Becerril Benítez, director general de la Cooperativa, de 1976 a 1988.
El socio 404, que lidió con el fuerte incremento de la inflación y la depreciación del peso, asegura que el cooperativismo es lo más adecuado para el desarrollo de un país. “El problema fundamental que aqueja este desarrollo, tanto nacional como internacional, es la injusta distribución de la riqueza generada por los trabajadores”, apunta en el texto publicado en 2015.