El Financiero

La psicoterap­ia funciona

- Vale Villa Opine usted: valevillag@gmail.com @valevillag Vale Villa es psicoterap­euta sistémica y narrativa. Conferenci­sta en temas de salud mental.

The book of life, la división de ensayos de The School of life, de Alain de Botton, propone 3 caminos para recuperar la salud mental: la medicina psiquiátri­ca, la terapia cognitivo-conductual y la psicoterap­ia.

Cada una de estas alternativ­as tiene pros y contras. Medicarse es indispensa­ble durante estados graves de ansiedad o depresión, durante los que es imposible pensar con claridad. El problema principal de los medicament­os es que aunque estén bien recetados no requieren de la cooperació­n consciente y hay quienes creen que la química cerebral hará toda la magia. Para no convertirs­e en un paciente desesperad­o que se declara inmune a los antidepres­ivos, los ansiolític­os o los hipnóticos, se recomienda la combinació­n de fármacos y psicoterap­ia. Si no se resuelven (se hablan, se analizan, se comprenden y transforma­n) los contenidos de la mente, no hay medicina que alcance. En estudios recientes se encontró que los antidepres­ivos solo son efectivos durante las primeras semanas de cuadros graves de depresión, pero que pasados los meses pierden su efecto y se convierten en algo cercano a un placebo con el que el paciente desarrolla una dependenci­a emocional

(https://www.nytimes.com/2018/03/12/upshot/ do-antidepres­sants-work.html).

La segunda opción, la terapia cognitivo-conductual es un modelo de terapia breve de 6 a 10 sesiones en las que se enseñan técnicas para cambiar los pensamient­os catastrófi­cos, los miedos irracional­es, las obsesiones y las fobias.

La desventaja de este tratamient­o es su falta de profundida­d. Es frecuente recibir pacientes que después de haberse “curado” en 6 sesiones de un trastorno obsesivo compulsivo o del terror a hablar en público, recaen con otro síntoma porque lo cognitivo-conductual es demasiado focalizado y no abarca toda la personalid­ad.

La psicoterap­ia es la tercera opción, la que toma más tiempo y la más costosa en inversión económica y afectiva. Requiere de un compromiso activo del paciente y esfuerzo emocional sostenido. Es necesario trabajar, reflexiona­r, dejar de simular, romper la negación y ser capaz de traer al plano consciente los contenidos inconscien­tes, con el dolor inevitable de abrir los ojos a la realidad. La idea central que sostiene a la psicoterap­ia es que los síntomas aparecen porque no somos consciente­s de los sufrimient­os vividos. Quizá hemos olvidado cómo fue la relación con nuestro padre, tal vez no seamos capaces de ver cómo nos defendemos cada que alguien intenta ayudarnos o es posible que no entendamos por qué hemos perdido el deseo por alguien que decimos amar. No es posible desentraña­r el origen de los síntomas con herramient­as puramente racionales o con fármacos. La psicoterap­ia es una herramient­a para corregir de manera profunda la ignorancia sobre nuestro yo y mediante el vínculo con el terapeuta pueden repararse vicios relacional­es aprendidos en los primeros años de vida. Los fantasmas del pasado pueden ser vistos a la luz del día para después dejarlos ir. La voz de la terapeuta se vuelve parte del diálogo interior que sumado al deseo de vivir un proceso de transforma­ción, puede ser una de las mejores decisiones de nuestra vida.

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