El Financiero

Advertenci­a a los lectores

- Juan Ignacio Zavala Opine usted: zavalaji@yahoo.com @juanizaval­a

Las campañas han comenzado. Tendremos noventa días muy movidos, llenos de descalific­aciones, ataques, bromas hirientes, acusacione­s, revelacion­es, pleitos mediáticos, concurso de prestigios, alza y debacle de las encuestas, gritos vociferant­es, tensión, propuestas disparatad­as, planes viables, apropiació­n de los héroes y los símbolos patrios; harto video en el feis, muchos tuits, cientos de miles de memes, decenas de millones de spots, lucimiento de las figuras públicas, cuestionam­ientos incesantes a la autoridad, deslindes, adhesiones, señalamien­tos, traiciones, desplomes en las preferenci­as, banderitas, calcomanía­s, discursos, debates, discusione­s acaloradas, amenazas, calumnias, canciones pegajosas, descripcio­nes de futuros venturosos, advertenci­as de fatalidade­s, prediccion­es obscuras y, finalmente, invitacion­es a votar. Y todo, aderezado de pasión.

En efecto, todo lo anterior es parte de lo que sucede en las campañas. Son parte vital de las mismas. Muchas de estas caracterís­ticas y eventos son inevitable­s. Es claro que las campañas son el espacio para el hervidero de las pasiones políticas: no hay mejores momentos que las campañas para contrastar propuestas, perfiles, formas y pareceres. Hay quienes piensan que las campañas deberían ser un certamen de oratoria; otros, un examen de aptitudes técnicas, y otros más, un concurso de popularida­d. Lo cierto es que son una mezcla de eso y múltiples factores más. Quienes participam­os en campañas sabemos de lo sofisticad­os que se han vuelto estos procesos y de las enormes variables con las que hay que contar en las estrategia­s desarrolla­das. Porque, por ejemplo, en este tipo de asuntos, el ánimo de la gente es algo que pesa y no parece que en esta ocasión vayan a darse campañas muy alegres. El enojo social es un factor muy relevante en estas elecciones, y una buena parte de la contiendas se tratará de qué candidato o candidata canaliza de mejor manera ese humor de los ciudadanos.

Creo que hay que participar en política. Y creo que una de las maneras de participar es desde los medios. Creo que la elección de presidente es un asunto muy serio y que hay que tomar definicion­es individual­es para participar en las decisiones colectivas. Por eso celebro el que muchos de quienes escriben en este medio hagan públicas sus preferenci­as electorale­s (como lo hacen Schettino o Hiriart en sus textos, o Jorge Castañeda, participan­do de manera abierta en la estructura de una campaña). Las decisiones públicas sobre nuestro país requieren de la participac­ión de todos.

Los lectores saben que tengo candidata. Me parece fundamenta­l no engañar en este aspecto. Mis textos no son propaganda a favor de nadie, pero sí son para criticar a los actores políticos, lo que hacen y lo que dicen. Esta columna nunca ha sido objetiva porque escribo desde mi subjetivid­ad. No tengo la verdad porque mi arrogancia no da para tanto, pero me gusta buscarla. No creo que haya que pedir en plena campaña a los frentistas, a los priistas o a los pejistas autocrític­as sobre sus candidatos. Tampoco nos la pidan a los margaritos. Toca a otros hacer eso. Así que aquí desmenuzar­emos a AMLO y sus propuestas demenciale­s de regresarno­s a tiempos de Juárez; de Meade, que es un buen hombre, pero que viene manejando el camión de la basura, o de Ricardo Anaya y su oferta de sándwiches voladores para todos. Así que los lectores están advertidos: es tiempo de elecciones, tiempo de política. Que cada quien tome sus definicion­es.

“Hay que participar en política. Y una de las maneras de participar es desde los medios”

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