El Financiero

SU PEOR RIVAL: LA SOLEDAD

“Mi padre era alcohólico. No quería ser como él, pero fui peor. Él nunca usó drogas, pero yo sí”

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NO LE GUSTABA EL BOXEO. El ex campeón mundial en tres divisiones contó en entrevista para el programa de televisión En EF y por Adela, de El Financiero-Bloomberg, que dos de sus hermanos mayores lo practicaba­n y regresaban a su casa todos golpeados. “No quería eso para mí”, compartió. A él le gustaban jugar beisbol, voleibol y futbol; éste último lo practicaba todos los días en las calles. Pero cuando cumplió 16 años todo cambió. Tras terminar un torneo de futbol de barrios se inscribió a uno de boxeo por curiosidad.

¿Qué sucedió en ese torneo?

Gané todas las peleas y terminé campeón. Uno de mis hermanos me entregó el trofeo. Él no sabía que yo entrenaba, porque lo hacía a escondidas. Pero mi mamá no quería que continuara y mucho menos que me hiciera profesiona­l. Le pedí que me permitiera combatir en 10 peleas y si perdía una regresaba a estudiar. Gané todas.

Siempre fue un hombre muy generoso…

Después de cobrar lo que hacía era cambiar entre 200 y 300 mil dólares para comprar despensas. Luego las juntaba en un tráiler y las entregaba en las colonias más pobres. Cambiaba otros 200 mil dólares en billetes de 200, 100 o 50 pesos y también los repartía.

Ha pasado por momentos muy dolorosos...

Los más recientes son la muerte de mi hermano (Rafael Chávez, tras resistirse a un asalto en junio de 2017 en Culiacán) y el reciente deceso de mi primo. Parece que murió por alcoholism­o. Fue difícil porque soy propietari­o de clínicas para tratar esa enfermedad. Le ofrecí la ayuda, pero la familia no la quiso.

Estuvo muy cerca de seguir ese camino...

Mi padre era alcohólico. Se ponía muy agresivo y mi mamá nos sacaba a dormir a la banqueta hasta que él se durmiera. No quería ser como él, pero fui peor. Él nunca usó drogas, pero yo sí.

¿Cuándo conoció la cocaína?

Hubo un punto de mi carrera en que me sentía solo, justo cuando había conseguido todo. Días después de vencer a Héctor El Macho Camacho la probé por primera vez. No me gustó al principio, pero poco a poco me enganché. Después vinieron los problemas con mi familia, entrenaba poco, me volví prepotente, agresivo y no me reconocía. Los problemas se agravaron cuando llegó mi primera derrota (ante Frankie Randall en enero de 1994), cuando me demandó Don King –promotor de boxeo– y Hacienda.

¿Cómo fue la primera vez que llegó a una clínica de rehabilita­ción?

Fue en Guadalajar­a, pero no era una clínica, sino un anexo. Había en un cuarto grande aproximada­mente 120 personas en el suelo. Me negué a permanecer ahí. Empecé a gritar que me sacaran de ese lugar, pero nadie me escuchó. Me peleé con 20 personas y me dieron una golpiza. Me amarraron, comía verduras podridas y dormía en el suelo. Cuando salí de ahí alcé la voz y esas prácticas cambiaron.

Su fama lo llevó a conocer a personas de todo tipo...

Había ocasiones en que llegaban camionetas con hombres armados y me decían que “el patrón quiere conocerte”. En ese momento pensé que si me negaba me iban a llevar a la fuerza y creía que era más fácil hacer amigos que enemigos. Los conocía porque Culiacán era muy pequeño, pero nunca hice negocios con ellos.

Si pudiera, ¿le diría a sus hijos que no peleen?

Sí, claro. Mis hijos tienen grandes facultades en el boxeo. Desafortun­adamente su indiscipli­na los llevó a los altibajos, aunque pienso que este año retomarán sus carreras en el ring. Ambos están muy bien.

Julio César Chávez

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