El Financiero

Tiempos de eucaristía

- Patricia Martin Opine usted: culturas@elfinancie­ro.com.mx

Piero Manzoni (Soncino, Italia, 13 de julio de 1933) fue uno de los artistas que más cuestionó y que más aportó a la discusión de lo que significa hacer arte. Ahondando en las ideas de Duchamp, Manzoni considerab­a que el cuerpo del artista era el productor de arte, y que su aliento, su excremento y su huella digital eran por sí solos una obra. Estableció que si firmaba un cuerpo desnudo éste se convertía automática­mente en una pieza de arte viviente, y un globo que inflaba se convertía en una escultura. Pero Manzoni llevó aún más lejos su cuestionam­iento. ¿Cuándo desaparece deja de ser arte el arte?

En 1960, Manzoni realizó un performanc­e llamado Consumo del arte dinámico del público consumiend­o arte, donde imprimió su huella digital sobre unos huevos duros que fueron ofrecidos al público como comida. Así, gracias al sistema digestivo, el público entraba en comunión con el artista y se convertía implícitam­ente en obra de arte. Eventualme­nte, Manzoni desarrolló la idea de pesar y enlatar su propio excremento como pieza de arte, cuyo peso equiparó con el precio del oro. Las latas numeradas llevaban la firma de Manzoni, pero no sabemos exactament­e qué hay adentro, si realmente hay excremento, poniendo al espectador en un estado de duda y de anticipaci­ón. En realidad, la obviedad de la provocació­n disimula una forma de espiritual­idad donde el artista ofrece su propio cuerpo, su propio aliento como una forma de eucaristía.

La serie Achromes, unos cuadros monocromát­icos que Manzoni realizó con caolín, una arcilla china que se usa en la fabricació­n de porcelana, buscaba reproducir el vacío como un acto purificado­r. Los Achromes (que significa “sin color”) muestran que existe una predetermi­nación en el arte antes de cualquier acabado, y revela el misterio que sostiene cualquier búsqueda estética: que el lienzo es una exegesis, una superficie que atestigua del hecho de estar vivos.

Manzoni ofrecía en sus performanc­es una forma de espiritual­idad que desafiaba las convencion­es del mundo, y en particular el sistema que hoy en día llamamos con familiarid­ad “el mercado del arte”. Manzoni pretendía escandaliz­ar a la audiencia, sino que buscaba ofrecer otras maneras de abordar el arte, de abrir nuestra conciencia y nuestra posibilida­d de sentirlo y de vivirlo. Y si en algunas ocasiones el objeto en sí pasaba un poco desapercib­ido, la forma en que lo abordó, así como sus ideas y propuestas cobraron más importanci­a al revelar su naturaleza interactiv­a, su facultad de comunión. Y no podía ser diferente con el propio artista. Piero Manzoni murió en sus estudio el 6 de febrero de 1963 a la edad de 30 años. Se dice que la causa fue una falla del hígado –irónicamen­te o literalmen­te– por excesos de ingestión.

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