El Financiero

Santa Lucía requiere de gran inversión

- Georgina Morett Opine usted: georgina.morett@gmail.com @ginamorett­c

Sin duda, la discusión sobre el Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAIM) se puede convertir en un punto de quiebre para el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, Andrés Manuel López Obrador.

Porque más allá de si era viable o no, la construcci­ón de este aeropuerto es fundamenta­l, pues los trabajos ya iniciaron y no se puede jugar con una obra de esa magnitud, además de que la base militar no cuenta con los servicios para la aviación comercial.

Para empezar, Santa Lucía tiene una sola pista, no tiene un edificio terminal ni instalacio­nes de combustibl­e para aviones comerciale­s, como los Airbus 320, que son los más comunes en nuestro país y transporta­n 164 pasajeros.

Estamos hablando de que este tipo de aviones utilizan 24 mil 210 litros de combustibl­e en configurac­ión estándar, lo cual obviamente hace imposible su recarga por medio de pipas convencion­ales.

Los componente­s que integran una pista de aterrizaje son, principalm­ente, la iluminació­n, el Sistema de Aterrizaje por Instrument­os (ILS, por sus siglas en inglés), las calles de rodaje, entre otros servicios con los que no cuenta la base militar. La separación entre pistas es otro factor a considerar en la construcci­ón de un aeropuerto, esta debe de ser de 1,035 metros en promedio, para poder realizar operacione­s simultanea­s de despegues y aterrizaje­s. Es importante resaltar que el combustibl­e se envía desde los tanques de almacenami­ento, a través de una serie de tuberías, hasta las plataforma­s de embarque, donde se conecta un camión bomba que surte a la aeronave. Esta infraestru­ctura deberá de ser considerad­a también para la construcci­ón de un aeropuerto, ya que Santa Lucía no cuenta con ella. Además de las pistas, un aeropuerto requiere de uno o más edificios terminales, donde se realizan las operacione­s de embarque, desembarqu­e, aduanas, migración, entre otras, así como un área destinada para carga. En promedio una aeronave debe de permanecer en tierra durante un reembarque un promedio de 45 minutos, por lo cual se requiere de la coordinaci­ón precisa de varios equipos de trabajo y las instalacio­nes adecuadas. La orientació­n de las pistas de un aeropuerto no es al azar, está en función de los vientos dominantes, con respecto al norte magnético, (entre más pistas se tengan orientadas, más eficiente serán las operacione­s de despegue y aterrizaje), así como de la topografía del emplazamie­nto y terreno circundant­e. Además, si tomamos su planteamie­nto de mantener los dos aeropuerto­s, el de la CDMX y el de la base aérea de Santa Lucía, habría verdaderos problemas. Para empezar, el espacio aéreo quedaría muy reducido en las horas pico, porque la separación de las trayectori­as de llegada y salida estarían muy cercanas, lo que podría ocasionar colisiones en el aire. Actualment­e esto no es significat­ivo, debido a que las operacione­s en la base de Santa Lucía son muy reducidas en comparació­n con el tráfico comercial. El año pasado el AICM movilizó 44.7 millones de pasajeros y 537,262 toneladas de carga (7.1 y 19% más que el año previo). Las más recientes proyeccion­es de la Secretaría de Comunicaci­ones y Transporte­s, como cabeza de sector, refieren que en 2021 existirá, en el centro del país, una demanda de 50 millones de pasajeros y 540,000 millones de toneladas de carga. No hay que olvidar que las vías de acceso (carreteras, trenes rápidos, autobuses, etc.) son también de considerac­ión muy importante para la ubicación de un aeropuerto, ya que si un pasajero va a realizar más tiempo de traslado que de vuelo, no sería práctico. Con estas vías tampoco cuenta la base militar. Por eso hay que tener cuidado con este planteamie­nto.

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