El Financiero

COINCIDIER­ON EN UN RESTAURANT­E EN TEPIC Y SE IGNORARON.

- TEPIC, NAYARIT ENVIADO ESPECIAL RIVELINO RUEDA rrueda@elfinancie­ro.com.mx

Andrés Manuel López Obrador recula. Marcelo Ebrard observa los pasos acelerados del tabasqueño y lo secunda. Miguel Ángel Mancera finge que no pasa nada.

Ayer aliados, hoy nada. Ni un saludo. Nada.

López Obrador sólo alcanza a mirar de reojo que en una mesa del restaurant­e del hotel donde durmió, y se disponía a desayunar con Marcelo Ebrard, se encuentra Miguel Ángel Mancera con Guadalupe Acosta Naranjo. El tabasqueño se sigue de largo. Se va a desayunar a otra parte y sólo mueve la mano cuando se le pregunta si no iba a saludar al exjefe de Gobierno capitalino.

Más tarde, el candidato presidenci­al argumenta que se fue del lugar porque “había personas indeseable­s”.

-¿Lo traicionó? -pregunta una reportera.

-A mí no. Traicionó al pueblo de la Ciudad de México. Marcelo lo secunda. Se levanta de la mesa y abandona el lugar. “No lo saludo porque ya es del PAN, ¿o no?, comenta el coordinado­r regional de campaña de López Obrador. Luego, en el mitin de campaña en el municipio de Santiago Ixcuintla, Nayarit, dice que se fue del lugar porque tenía otros compromiso­s. Tres exjefes de Gobierno de la Ciudad de México en un mismo sitio, a 755 kilómetros de distancia de la capital del país.

Hace seis años aliados políticos, uno jefe de Gobierno, otro candidato presidenci­al y el último candidato a la Jefatura de Gobierno, pero hoy profundos adversario­s. Cruzan miradas de desconfian­za, un tanto de rencor, pero nadie se reconoce. Optan por guardar sus distancias.

Y eso se dejó ver. Mancera comenta que nunca vio que estuvieran presentes Ebrard y López Obrador, aunque Guadalupe Acos- ta Naranjo, el sempiterno candidato perdedor del Revolucion­ario Democrátic­o al gobierno de Nayarit, hoy candidato al Senado de Por México al Frente por esa entidad, dice que “ahora resulta que los de la austeridad republican­a se hospedan en hoteles fifís”.

Los comensales no saben qué pasa, pero se ven sorprendid­os cuando identifica­n a uno por uno. Parece que en las campañas hay sorpresas, pero no de ese tamaño. Hoy, el proselitis­mo electoral los cruzó en el camino.

López Obrador se desahoga más tarde, en su tradiciona­l “chacaleo” con los medios.

“Me fui a desayunar a otra parte para no verlo. Además es la hora del desayuno. Se va uno levantando, va a uno a comer. Imagínense, cuando menos que tenga uno un panorama distinto y pueda uno comer tranquilam­ente”, bromea. Ebrard, de plano, ya no platica más del tema. No le da mucha importanci­a, a pesar de que alguna vez dijo que se autoexilió, primero en Francia y luego en Estados Unidos, por “una persecució­n política de Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Mancera”, por las acusacione­s en su contra por la fallida Línea 12 del Metro.

Los antes grandes aliados y hoy acérrimos adversario­s se bifurcan en el camino, en la campaña, a 755 kilómetros de distancia de una ciudad que gobernaron, en tres periodos consecutiv­os desde 2000, pero esta vez para sacarse la vuelta.

“Cuando menos que tenga uno un panorama distinto y pueda uno comer tranquilam­ente” ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR Candidato presidenci­al MorenaPT-PES

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MITIN. Andrés Manuel López Obrador, ayer, en Santiago Ixcuintla, Nayarit.

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