El Financiero

Tecnología, identidad y transas

- Eduardo Guerrero Gutiérrez @laloguerre­ro

El martes de la semana pasada tuve el placer de participar en un panel de discusión organizado por Uber, empresa que asesoro desde febrero pasado. A partir del trabajo de consultorí­a con Uber he tenido la oportunida­d de aprender más sobre herramient­as digitales, y los usos que éstas pueden tener para mejorar la seguridad de todos. Como comenté en el panel, tenemos un desafío doble: hacer que las herramient­as digitales sean accesibles a sectores más amplios de la población, y aprovechar­las de forma más intensiva en el mejoramien­to de las condicione­s de seguridad en nuestra vida cotidiana (una tarea en la que hasta ahora ha avanzado fundamenta­lmente el sector privado, y que en el futuro también va a implicar una participac­ión más activa del gobierno).

Una premisa importante es que la criminalid­ad, e incluso las conductas deshonesta­s y antisocial­es, generalmen­te ocurren al amparo de un “velo de anonimato”. Una buena noticia es que actualment­e la tecnología nos permite reducir radicalmen­te los espacios de anonimato por medio de herramient­as digitales de verificaci­ón de identidad. No es lo mismo subirse a un coche con un desconocid­o, que subirse a coche con un desconocid­o de quien tenemos el nombre, una foto, la ubicación en tiempo real y un historial de varios cientos de personas que han interactua­do con él —y lo han evaluado— en los últimos meses o años. El enorme éxito de Uber y de otras plataforma­s de la “economía colaborati­va” es precisamen­te que reducen radicalmen­te los márgenes de anonimato. Cuando los usuarios de estas plataforma­s llegan a ser víctimas de algún incidente o algún delito la norma es que se conozca el nombre del responsabl­e, el lugar y tiempo de ocurrencia. Además, la versión de cada una de las partes puede contrastar­se con un gran cúmulo de evidencia digital, mucho más precisa que cualquier declaració­n ministeria­l.

Las herramient­as digitales tienen un enorme potencial más allá de las plataforma­s para transporte privado de pasajeros. Algunos aeropuerto­s ya tienen instaladas en sus cámaras software de reconocimi­ento facial que permite identifica­r la presencia de pasajeros potencialm­ente peligrosos. Las herramient­as digitales también pueden usarse para verificar el acceso a edificios, para imponer infraccion­es de tránsito, para facilitar la captura de criminales peligrosos y para gestionar de forma mucho más eficaz la forma como operan los penales. Sin embargo, su difusión en nuestro país es todavía incipiente. Los policías y los agentes del ministerio público prácticame­nte nunca las utilizan. Aunque ya hay muchas cámaras, en muchos casos éstas no integran una verdadera red de video vigilancia (que implicaría el uso de software para identifica­r de forma automática conductas potencialm­ente riesgosas, y emitir alertas).

En el contexto de las campañas electorale­s, el uso de herramient­as digitales —en particular para la verificaci­ón de identidad— es también una excelente oportunida­d para que los candidatos dejen de insistir en las mismas propuestas para el combate al delito que hemos escuchado los últimos diez años, y hagan propuestas verdaderam­ente innovadora­s en materia de seguridad. Por ejemplo, mucho de los que actualment­e se hace para garantizar la seguridad de los pasajeros en las plataforma­s privadas de transporte podría adaptarse e incorporar­se al transporte público. Ésta es una idea muy rentable en términos electorale­s si tomamos en cuenta que en las principale­s ciudades del país pocas cosas preocupan más a la población que la insegurida­d en la calle o en el transporte (en el Valle de México casi el 90 por ciento teme ser víctima de un robo o asalto en sus traslados, de acuerdo a la más reciente encuesta de victimizac­ión del INEGI). La reflexión sobre el uso potencial de herramient­as digitales también me hace pensar en la lamentable resolución del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) de la semana pasada. En contra de los criterios establecid­os por el INE, el TEPJF resolvió que se otorgara registro a Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, para estar en la boleta presidenci­al en las elecciones de este año. Lo anterior, a pesar de que El Bronco no demostró contar con suficiente­s firmas válidas y el INE sí cuenta con abundante evidencia de simulacion­es e inconsiste­ncias en su proceso de recolecció­n de firmas.

El INE, a diferencia de la mayoría de las institucio­nes del Estado Mexicano, buscó establecer un mecanismo moderno para validar los apoyos ciudadanos solicitado­s a los candidatos independie­ntes. La aplicación del INE es perfectibl­e, y generó algunos cuestionam­ientos legítimos en materia de equidad, pues muchos mexicanos todavía no tienen acceso a la tecnología necesaria para utilizar la aplicación. Sin embargo, es mucho más confiable que instrument­os tradiciona­les (como pedir fotocopias y llenar a mano listas con claves de elector y firmas). El TEPJF nos hace un flaco favor al descalific­ar este importante ejercicio.

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